No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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16 marzo 2019

SMAÏL.

No es pequeño o pequeña en inglés (small), es grande y francés: Smaïl.
El otro día, mi amigo Paco me pasaba la historia de Smaïl y su hijo Yazid.
Smaïl ha escrito sus memorias, de cómo educó a sus hijos, y en especial a Yazid; éste era deportista, yudoka, alto y espigado, rememora que le decía:
- Recuerda que la paz puede existir en el silencio.
Yazid reunía todos los valores de la familia: reservado, sensato, valiente y humilde, quizá por ser el último de los hermanos, quizá por las enseñanzas de su padre, quizá por un compendio de cosas; Yazid no ha dejado de serlo, aunque esté en la cima de la popularidad.
Smaïl era emigrante argelino y crió a sus hijos en una habitación, con unas esterillas como colchones y comiendo en el suelo; no sabía leer ni escribir, hasta que su primo Abdullah tuvo que leerle un día una carta, entonces decidió aprender; hoy escribe poemas y ha escrito el libro de su vida a los 81 años.
Con cinco años Yazid le preguntó:
- ¿Por qué no tenemos coche?
Ningún hijo se lo había preguntado, se sacó el carnet y se compró un Renault, donde se llegaron a montar hasta nueve personas; al igual que nosotros en el Simca 1000 de mi tío Manolo Díaz (el cordobés) a finales de los sesenta.
Le enseñó a sus hijos a cuidar el dinero, a sobrevivir con poco y a valorar el esfuerzo personal y familiar.
Cuando su benjamín, Yazid, tuvo que partir con quince años hacia la aventura que lo hizo súper famoso, lo dejó ir no sin un consejo de los suyos:
"Si eres capaz de respetar a todas las personas, todas te respetarán a tí."
Este es un esbozo de la vida de Smaïl, un tío grande, padre de uno de los mejores futbolistas de las historia para mí: Zinedine Yazid Zidane.

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