Me da un coraje extremo cuando oigo a algunos y a algunas (¿seamos correctos o correctas?) en fin, cuando oigo hablar de personas concretando certezas sobre ellos y ellas, me da un miedo terrible.
Cuando escucho acusar, con o sin fundamento, de ladrones, estafadores, mentirosos, y un largo etcétera a personas que rigen o pueden regir nuestros destinos, con toda la certeza del mundo, siento temor.
Si corre por las redes sociales que estos y los otros, que aquellos y esos, van a recortar las pensiones, van a acabar con la sanidad pĂșblica, van a destrozar el paĂs en "pedacitos", van a arruinar al Banco de España, no van a crear empleo, o van a arreglar esto y lo otro, y le dan toda la certeza del mundo, empiezo a temblar.
Cuando un vecino acusa a su vecina de al lado, con la que comparte tabique, de todo lo que hay que acusarla y mĂĄs, cuando escuchas: Ă©ste es un sinvergĂŒenza, aquella es una vividora, aquel esnifa "tela" de cocaĂna, Ă©ste estaba mĂĄs que mal mirado en su casa, le pegaba a su mujer y a su hija; cuando oyes certeza tras certeza, es como si te adentraras en un mar inmenso, un mar oscuro en el que esas supuestas verdades, que son las certezas, te van ahogando poco a poco.
Vamos a tener que actuar como TomĂĄs DĂdimo, mĂĄs conocido como el Gemelo que en su momento dijo:
- "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto mis dedos en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré"
Pues ahĂ estĂĄ llegando el quid de la cuestiĂłn, tanto se va agrandando la sombra de las certezas, que vamos que tener que hacer mucho caso de esta frase que leĂ el otro dĂa:
"De la gente con certezas hay que huir enseguida" (Enrique Vila-Matas, Barcelona 1948)
La Ășnica certeza es: Que te vas a morir, sĂ o sĂ; lo demĂĄs, ni con sentencia firme e inapelable, oiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario