Con
las tres afecciones de la palabra servir me siento totalmente identificado:
-
1.-
Ejercer, obrar, realizar cosas.
-
2.-
Valer, aprovechar, funcionar, resultar.
-
3.-
Atender, asistir, ayudar.
Creo
que todas estas acepciones de la palabra servir son un resumen de lo que puede
significar para una persona que se realice sirviendo; servir para algo,
servir a algo, o servir a alguien.
Al
fin y a la postre, el servicio debe ser una forma de vida, un modo de
levantarse por la mañana, una ilusión diaria, sobre todo para los que por un
motivo u otro, hemos tenido que dejar de trabajar.
Pero
¡Ay!, hay mucha gente, muchísima, que confunden, que tergiversan, que
desconocen estos significados de servir; son esas personas que te cogen “la
cabeza debajo del brazo” y te exprimen en cada momento de tu vida, que están
todo el tiempo pidiendo que le hagas cosas, aunque perfectamente las pudieran
hacer ellos.
Hay
gentes, que una vez descubren que alguien les sirve, lo explotan para que obren en su lugar, para utilizar su
dinero sin devolverlo, para aprovecharse de él o ella, para solicitar que los
atiendan o asistan sin que realmente lo necesiten.
Estas
cosas hacen que las personas que disfrutan sirviendo, sirviendo para algo, o
sirviendo a unos o a muchos, truequen lamentablemente de personas que realizan
servicios a personas que han caído en la servidumbre.
Y
la servidumbre, aunque pueda sonar parecido y con la misma raíz, es una cosa
totalmente diferente; es como equiparar a un esclavo negro que sirviera en una casa,
a un criado que sirve a una familia dado de alta, con su seguro y su sueldo y
pagas extras; o igual que comparar a uno que construía pirámides con otro que
edifica rascacielos afiliado al sindicato de la construcción. Uno sirve para
albañil y el otro estaba dentro de la servidumbre del faraón.
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