Recuerdo
que una buena amiga, a la sazĂłn magnĂfica compañera de trabajo, enviaba sus
emails escritos en mayĂșsculas; una vez tuve que reenviar uno a un jefe, y como
los jefes lo saben todo, o mucho si cabe, me espetĂł:
¡Que
sepas que cuando escribes en mayĂșsculas
quieres dar a entender que estĂĄs gritĂĄndome!
-No se preocupe usted que a partir de hoy
no recibirĂĄ ni un email mĂĄs en letras mayĂșsculas!
Evidentemente
se lo hice saber a mi “compi”, como ella me califica, para que no cometiera mĂĄs
ese "craso" error.
¡No
sé qué gana la gente gritando a voces en un bar o restaurante a la hora del
desayuno o del almuerzo!
¡No
sé si quieren demostrar que son muy
felices emitiendo esas carcajadas tan desmesuradas a la hora del café!
Gritos,
gritos y mĂĄs gritos.
A
veces me pregunto a quiĂ©n gritan tan desaforadamente los lĂderes polĂticos en
sus mĂtines,
¿A
quién gritan?
¿A
sus mismos correligionarios para contarles lo que ya saben de sobra?
O gritan para que se escuchen sus peroratas por encima de la voz del
comentarista de turno que conecta en directo con el mitin.
¿Gritan
para meter el miedo en el cuerpo a los indecisos a la hora de votar? O bien lo hacen para
que quede bien recogido en fonotecas, videotecas o en las mismas mentes los
errores de los otros y las promesas propias.
Pudiera ser que el servicio de megafonĂa estuviera en mal estado...
Pudiera ser que el servicio de megafonĂa estuviera en mal estado...
Lo
que rematarĂa el cuadro serĂa, que los pasquines que nos envĂan por estas fechas
a casa cada uno de los partidos, vinieran escritos todos en letra mayĂșscula, serĂa como se
dice en mi pueblo: “Pa mear y no echar ni gota”
¡NO
GRITEN MĂS POR FAVOR! ¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE GRITOS! (Ups, perdĂłn)
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