No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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27 abril 2019

FAMILIARES DEL SANTO OFICIO.

Este era el nombre que recibían ciertos miembros de menor nivel dentro de la inquisición española, cuya función era la de servir de informantes.
Sin necesidad de tener ningún tipo de voto monástico, ni de ingresar en el clero, sus funciones eran las de informar de todo lo que fuera de interés para la institución y que ocurriera dentro de la sociedad en la que estaban integrados, como una tupida red de espionaje o servicio de información.
Se beneficiaban económicamente de sus delaciones, además estaban protegidos, ellos mismos, de una posible persecución por las mismas causas de las que informaban. El hecho de que los acusadores en los procesos inquisitoriales no fueran sus nombres hechos públicos, ni pudieran ser conocidos por los acusados, les hacía más temibles todavía.
Debían de estar permanentemente al servicio de la inquisición. Convertirse en familiar del santo oficio era considerado un honor, ya que suponía un reconocimiento público de limpieza de sangre y llevaba además aparejados ciertos privilegios, entre ellos, que podían portar armas.
Esto demuestra que existieron estos familiares hace más de quinientos años, pero siempre resurgen como el ave fénix, cuando alguien necesita la acusación de otro, de incógnito,  para impartir una justicia, al menos, un poco dudosa.
Antes y después de la inquisición existió esta familia, en Grecia, en Esparta, en Roma, en Egipto, en la edad media, con Napoleón, en la Alemania Nazi, etcétera, etcétera, y etcétera.
Hoy en día, con las redes sociales de las que "disfrutamos" no es necesario ya ni tener que acusar a nadie, basta con ejecutarlo "on line" sin el más mínimo atisbo de escrupulosidad, y después Dios dirá si el pueblo los perdonan o quedan marcados o ejecutados de por vida o de "por muerte".
           

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