Como todo lo que nos sucede en esta vida, nada se sabe al nacer, con ninguna cosa conocida se nace, todo se aprende.
Se aprende a comer, a mirar, a oĂr, a tocar, a balbucear, a andar, a hablar, a escribir, a jugar, a estudiar, a besar, a soportar cosas, a asumirlas, a superarlas; e incluso en muchos de los casos se aprende muy bien a hacer lo que nos apetece, lo que nos gusta, lo que nos hace feliz.
Amando tampoco se nace.
A amar se aprende con el paso de los dĂas, con el paso de los meses, o incluso dirĂa yo con el paso de un rato.
Amar no es estar enamorado, o enamorarte, eso es un flechazo pasajero, producto de la tan traĂda y llevada "quĂmica", pero amar, lo que se dice amar no es eso tampoco.
Y no puede ser eso, porque tĂș con tu madre o con tu padre casi nunca tuviste quĂmica, en la mayorĂa de los casos no pensĂĄbamos igual, ni tampoco veĂamos el mundo de la misma forma pero le tenĂamos o le tenemos amor, los que tenemos mĂĄs suerte.
Pero...¿Hay amor mĂĄs grande que el de un padre o el de una madre?
¿Se puede seguir amando aunque muchas veces el daño sea fehaciente y deje sus secuelas?
¿Por quĂ© llega a ser tan grande ese amor?
Sencillamente por dos motivos: primero, porque se aprende; y segundo, porque es una persona con la que tienes la "obligaciĂłn" de convivir; y eso conlleva a que las alegrĂas se multipliquen por mil y los desengaños se dividan por la misma cifra; conlleva que un gesto agradable perdure en tu memoria dĂas y dĂas, y un desprecio se desvanezca con la llegada del sol.
A amar se aprende, solo hay que tener interés en hacerlo, teniendo siempre presente que todos, sin excepción, somos imperfectos, y como tales tenemos que tratar a los demås.
El otro dĂa vi esta frase dibujada en un muro, y no he tenido mĂĄs remedio que añadirla a esta entrada.
"Uno aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfecciĂłn de una persona imperfecta".
Foto extraĂda de la pĂĄgina: youtube.com |
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