No soy muy mayor, ¿o sí?, pero todavía recuerdo cuando algunos "padres" propinaban palizas a sus hijos cuando se presentaban en casa con algún que otro suspenso, aunque algunos, de diez asignaturas, catearan once, y no aprobaran ni el recreo.
¡Una verdadera barbaridad!
Semanas y semanas de castigo si había alguna nota en disonancia con el aprobado o superiores notas.
Por aquel entonces el colegio era una paradoja, una cruel paradoja; si sacabas malas notas, si tenías muchos cates, te endiñaban en casa (no era mi caso gracias a Dios); pero si sacabas buenas notas... te endiñaban en la calle, tus mismos compañeros, con los que convivías día a día en los bancos del colegio.
Pero las cosas han cambiado, han mutado en el ámbito político: democracia, monarquía parlamentaria; en el ámbito social: asociaciones para todo, defensa de la mujer, para la identidad de género Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero (LGBT); la nación se ha divido en autonomías, y la libertad también llegó, (aunque algunas veces sea como el Guadiana, que aparece y desaparece, a conveniencia de unos y de otros)
Hay muchos hijos que no respetan a sus padres ni a los profesores, pero ahí seguimos.
Y el culmen del cambio lo leí a primeros de octubre en un Diario provincial.
¡Oleeee! ¡Ya no habrá más cateados con cates!
La ministra Sra. Celaá dejó el otro día en manos de las comunidades autónomas y de los centros educativos la decisión de que los estudiantes avancen, aún sin aprobar. (Día 1/10 página 37 Diario de Sevilla).
Pero el excelso, el de matrícula de honor, el que se esfuerza para sacar buenas notas, el que no se limita a aprobar, seguramente tendrá que continuar saliendo a la carrera de clase para que no le peguen sus compañeros.
¿Y creíais que los maltratados eran los que cateaban no?
Pues también.
Foto extraída de la página: monsieurdevillefort.wordpress.com |
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