El
otro día me quedé realmente sorprendido; estuve observando en National Geographic, emisora muy seria en sus
investigaciones, un programa sobre el linaje de la familia de Jesús de Nazaret;
hicieron un análisis exhaustivo de las reliquias del Nazareno: tanto, las
aceptadas por la Iglesia Católica como las no aceptadas; determinaron que la
cara impregnada en la Sábana Santa es la misma que la del sudario de Oviedo
interponiendo por ordenador ambas imágenes y concretando los momentos en las
que dejaron la marca; también confirmaron que ambos restos de sangre coinciden
con el grupo AB+, muy común en las regiones por donde se movió el mesías hace
20 siglos, no tan común en otras partes del mundo; e hicieron un estudio del
ADN de los restos de sangre de la Sínode.
Buscaron
entre los huesos existentes en los osarios que han determinado como los de la
familia de Jesús, pero no coincidían con ese ADN; así como con clavos que
supuestamente también pertenecen a Jesús, determinando que a éstos, los clavos,
dada la oxidación del metal, es literalmente imposible aclararles el ADN.
Tras
determinar el ADN "teórico" de Jesús de Nazaret y su secuencia
completa; hicieron un detallado estudio del ADN de familias de todo el ámbito
en el que se pudo mover durante su vida terrenal el Nazareno.
Y
¡Sorpresa!, coincide casi en un 100 % con el pueblo druso.
Los
drusos son una minoría religiosa que habita, principalmente, en Siria, el
Líbano, Jordania e Israel. Existen pequeñas comunidades de emigrantes drusos en
otros países. Hablan el árabe y el idioma del país donde residen, además
mantienen desde hace casi veinte siglos aproximadamente el matrimonio entre
ellos mismos, determinando así la pureza de sangre, cosa necesaria para esa
paridad en el ADN.
Todo
esto me lleva a determinar, que todos, una vez desaparece la máquina con la que
vivimos en este mundo, seguimos vivos
por los siglos de los siglos en el ADN de nuestra familia esa sí es nuestra
verdadera herencia; nuestros descendientes llevarán consigo nuestros defectos y
nuestras virtudes, nuestra propensión a enfermedades y nuestra fortaleza ante
otras; nuestras habilidades y nuestras torpezas; nuestro humor (malo, bueno, o
regular).
Miro
a mis hijos, y tienen una importante mezcla de su padre, de su madre, y de sus
abuelos paternos y maternos, y también de sus bisabuelos, y si pudiera yo haber
conocido a más antepasados míos, seguro que también tendrían algo de ellos.
Como cantaba la comparsa Cazagigantes en su popurrí: legado, legado, legado.
Como cantaba la comparsa Cazagigantes en su popurrí: legado, legado, legado.
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