No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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26 febrero 2018

ADN DE CRISTO.


El otro día me quedé realmente sorprendido; estuve observando en  National Geographic, emisora muy seria en sus investigaciones, un programa sobre el linaje de la familia de Jesús de Nazaret; hicieron un análisis exhaustivo de las reliquias del Nazareno: tanto, las aceptadas por la Iglesia Católica como las no aceptadas; determinaron que la cara impregnada en la Sábana Santa es la misma que la del sudario de Oviedo interponiendo por ordenador ambas imágenes y concretando los momentos en las que dejaron la marca; también confirmaron que ambos restos de sangre coinciden con el grupo AB+, muy común en las regiones por donde se movió el mesías hace 20 siglos, no tan común en otras partes del mundo; e hicieron un estudio del ADN de los restos de sangre de la Sínode.
Buscaron entre los huesos existentes en los osarios que han determinado como los de la familia de Jesús, pero no coincidían con ese ADN; así como con clavos que supuestamente también pertenecen a Jesús, determinando que a éstos, los clavos, dada la oxidación del metal, es literalmente imposible aclararles el ADN.
Tras determinar el ADN "teórico" de Jesús de Nazaret y su secuencia completa; hicieron un detallado estudio del ADN de familias de todo el ámbito en el que se pudo mover durante su vida terrenal el Nazareno.
Y ¡Sorpresa!, coincide casi en un 100 % con el pueblo druso.
Los drusos son una minoría religiosa que habita, principalmente, en Siria, el Líbano, Jordania e Israel. Existen pequeñas comunidades de emigrantes drusos en otros países. Hablan el árabe y el idioma del país donde residen, además mantienen desde hace casi veinte siglos aproximadamente el matrimonio entre ellos mismos, determinando así la pureza de sangre, cosa necesaria para esa paridad en el ADN.
Todo esto me lleva a determinar, que todos, una vez desaparece la máquina con la que vivimos en  este mundo, seguimos vivos por los siglos de los siglos en el ADN de nuestra familia esa sí es nuestra verdadera herencia; nuestros descendientes llevarán consigo nuestros defectos y nuestras virtudes, nuestra propensión a enfermedades y nuestra fortaleza ante otras; nuestras habilidades y nuestras torpezas; nuestro humor (malo, bueno, o regular).
Miro a mis hijos, y tienen una importante mezcla de su padre, de su madre, y de sus abuelos paternos y maternos, y también de sus bisabuelos, y si pudiera yo haber conocido a más antepasados míos, seguro que también tendrían algo de ellos.
Como cantaba la comparsa Cazagigantes en su popurrí: legado, legado, legado.


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