No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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22 febrero 2018

MODERNISMO SIN ENTRENAMIENTO.

El otro dĂ­a entrĂ© en una oficina de la empresa en la que trabajĂ© mis Ășltimos años, empresa de la que me siento enormemente orgulloso; es una de esas llamadas "stores" ; amabilidad a raudales, atenciĂłn superrĂĄpida, y eficiencia diez; pero se me vinieron a la mente muchas cosas...
Hace unos meses le comprĂ© a una anciana, que no entendĂ­a bien de las nuevas tecnologĂ­as,  un mĂłvil para que estuviera continuamente conectada con su familia, por si tenĂ­a que salĂ­r a la calle siempre estuviera localizada o poder localizar a alguien; al cabo de tres dĂ­as lo tuve que devolver; (menos mal que guardĂ© la caja y todo lo demĂĄs), la pobre mujer no entendĂ­a ni papa de moviles y no era capaz ni de coger una llamada.
En los bancos, hemos pasado en poco tiempo, de que los ancianos le digan al ventanillero (asĂ­ nos llamabamos en mis tiempos)...
-Deme usted tanto y pĂłngame la cartilla al dĂ­a; a...
-Señora, para sacar dinero y poner la cartilla al día, pase por el cajero; cuando algunos mayores todavía creen que en la caja fuerte de la entidad, estå guardado su dinero y el de todos los clientes de la oficina y de todas las demås oficinas.
Hay muchas entidades (llĂĄmese Hacienda, Seguridad Social, trĂĄfico, empresa electrica, empresa telefonica, etc.) en las que cualquier tipo de consulta, cita, o peticiĂłn se debe hacer a travĂ©s  de internet; aunque muchas personas no tienen ni siquiera cobertura para mĂłviles en su pueblo, imaginemos que podrĂĄn saber de internet; tambiĂ©n hay otras personas que no quieren perder el poco tiempo que les queda en aprender tantas cosas.
En las grandes superficies o almacenes de muebles para montar, hay cajas en la que tĂș te cobras y tĂș les pagas, con tarjeta o efectivo, y cuesta trabajo.
No todos tenemos la capacidad de aprender a la velocidad que cambia la tecnologĂ­a, no todos somos tan inteligentes como los que determinan lo inteligentes que tenemos que llegar a ser; no todos, tampoco, tenemos las mismas posibilidades de hacerlo.
Es lo mismo que regalarle una biblioteca a un analfabeto o analfabeta si antes no  lo enseñamos a leer, y ademĂĄs, y mucho mĂĄs importante, a comprender lo que lee.
TambiĂ©n se podrĂ­an enviar a un monte a los eruditos de las nuevas tecnologĂ­as, a los que se defienden tan bien con ellas; pero sin mĂłvil, ni ipad, ni internet, sin mochila, sin vĂ­veres y sin entrenamiento y  que tuvieran que sobrevivir durante una semana, allĂ­ solos, a lo mejor verĂ­an las cosas de otro modo.
¡Equilibrio!
En fin, no se para qué pienso tanto, si algunas veces es "pa nå".


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