DespuĂ©s de mucho cavilar he llegado a la conclusiĂłn de que cada uno, en nuestro cuerpo llegamos a tener dos corazones. Uno, motor fĂsico, que insufla aliento a las arterias, y recoge los llantos de nuestras venas dĂĄndonos la capacidad suficiente para vivir; y otro, mucho mĂĄs sutil, mĂĄs etĂ©reo, mĂĄs chiquitito, escondido quiĂ©n sabe dĂłnde, que es nuestro motor sentimental; cuba de sentimientos y nido de amores. Este corazĂłn con las desilusiones, con los desengaños, con las traiciones, con los desamores, va acumulando unos sedimentos que endurecen ese pequeño palpitador hasta hacerlo muy duro. DeberĂa haber corazonistas, que en una o varias sesiones te pudieran hacer una limpieza para dejarlo otra vez Ăștil de nuevo, o que pudieran ponerte unos pequeños stents para asĂ poderlos liberar de posibles infartos. Y lo malo es, que a esos corazones, es difĂcil concretarles un rĂ©gimen de comidas y de ejercicios para que se mantengan sanos.
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