No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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24 febrero 2018

AMIGOS DE LA INFANCIA.

Sí, somos amigos desde la infancia, de la tuya por supuesto; en la mía no fue así.
Siempre los de ahora, los de mi generación, intentamos charlar con vosotros y vosotras,  nos aventuramos en haceros comprender las cosas como nunca nos las hicieron comprender a nosotros, quizás por eso; procuramos no pegaros, hicimos todo lo posible por no imponer nuestra voluntad dialogando a cada momento con vosotros, respetando vuestro parecer e intentando contentaros dentro de nuestras posibilidades, y muchos y muchas lo hicieron por encima de ellas para que tuvierais de todo lo que no tuvimos.
Quisimos que hicieseis lo que nosotros nunca hicimos: viajes de fin de curso, salidas a fiestas nocturnas, cumpleaños espectaculares, llegar tarde a casa, ordenadores, teléfonos, motos, coches, todo tipo de comida, burguers, yogures de toda clase, caprichos alimenticios, dinero siempre en el bolsillo; en fin, todo lo que a nosotros nos faltó, hicimos y hacemos todo lo posible por dároslo.
Se hablaba con el maestro, el maestro hablaba con vosotros, y nosotros también, procurando que consiguierais una buena educación.
La siguiente generación a la vuestra, ya denuncia por un cachetazo, pone una demanda por quedarse sin móvil una semana, es una pura discusión diaria, agreden al maestro, a sus padres, y eso que no quiero entrar en otros temas más duros y mucho más lastimosos, violencia, drogas, etc. 
El otro día, escuchando al juez Calatayud, ese señor que habla desde la justicia de la educación de los menores,  puso los puntos (todos) sobres las íes; dijo una frase que resume todo a lo que me he querido referir en esta reflexión, y que la mayoría de los padres de nuestra generación no hemos sabido, o no hemos querido comprender...
Si nos convertimos en amigos de nuestros hijos, los dejamos huérfanos.
Y en cierto modo es así, aunque haya muy buenos chavales hijos de nuestra generación, no todo el monte es orégano.


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