No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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27 agosto 2018

EL QUINTO CENTENARIO.

Últimamente es muy comĂșn que pase en coche, de copiloto, por el famoso puente sevillano del Quinto Centenario.
Ese puente que cruza el Guadalquivir camino de CĂĄdiz formando parte de la SE-30 tiene cinco carriles, dos de ida y dos de vuelta fijos y un carril central reversible, que lo mismo se utiliza para entrar en Sevilla como para salir, depende de la densidad del trĂĄfico que circule en cada sentido en un momento determinado.
Cuando el carril central estå cerrado, y lo puedes ver en las señales luminosas que hay en alto, el carril estå señalizado con un aspa roja, y se ve desde un kilómetro o kilómetro y medio antes de entrar en el puente; eso indica que si vas por el tercer carril te tienes que pasar al de tu derecha antes de llegar al puente.
Pues bien, hay una cantidad ingente de "listos", incívicos y faltos de educación ciudadana que adelantan por ese carril, no soportando la cola que aguantan los que van por los otros carrilles; y una vez que llegan al final, pues no tienen mås remedio que intentar meter el coche en el carril correcto, aprovechan para hacerlo la distancia de seguridad que mantienen los conductores y conductoras que respetan las normas; conllevando eso parones, y una lentitud horrible en el atasco. Si todos respetaran las señales y se pasaran en su momento al carril correcto, la circulación, aunque densa, sería mås fluida.
El otro dĂ­a pensando, y repensando cĂłmo evitar que los que no tienen consideraciĂłn se cuelen y entorpezcan al resto, he encontrado una soluciĂłn coherente; una tĂĄctica que deberĂ­amos seguir las personas de buen conducir y es la siguiente:
En el momento que se vea el aviso que el tercer carril estĂĄ cortado, los conductores que circulen por el segundo, deben pasar a circular entre el carril dos y el carril tres, no dejando adelantar a nadie que intente saltarse el atasco por la cara, en detrimento de los que esperan.
A grandes males, grandes remedios.

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