El pelícano, cuyo significado es obvio "pelo cano", se caracteriza por su largo pico y su gran saco gular, donde almacena los peces que captura y por donde drena el agua de la captura antes de tragarse los peces.
Su registro fósil se remonta a por lo menos treinta millones de años; la relación entre el pelícano y el hombre siempre ha sido conflictiva, han sido perseguidos porque se percibían como una competencia para la pesca comercial o recreativa.
En el medievo se creía que el pelícano y su hembra eran particularmente atentos con sus crías, hasta el punto de proporcionarles su propia sangre hiriéndose en el pecho cuando no había otra comida disponible, por lo que llegó a simbolizar la Pasión de Cristo y la Eucaristía, sustituyendo a la imagen del cordero y la bandera. En "Adoro te devote", Tomás de Aquino califica a Cristo como Pelícano Bueno.
Si JesuCristo es el pelícano bueno, este mundo está repleto de buenos pelícanos; buenos pelícanos con sus hijos e hijas, y excepcionales pelícanos con los hijos y las hijas de sus hijos e hijas.
Los abuelos y las abuelas pelícano dan incluso algo más que su sangre por sus hijos y por sus nietos; mantienen con lo poco que cobran a los hijos e hijas que no tienen oficio y se recluyen en casa, recogen como el buen samaritano a los o las que fracasaron en su emancipación, y tuvieron que volver a casa con sus vástagos. Otros abuelos y abuelas pelícano dan incluso su vida, esa vida de paz y tranquilidad que tienen bien merecida, después de una dilatada existencia trabajando duro para la jubilación, dilapidan esa paz haciendo todo el día la función de los padres. Algunas veces puede ser un suplicio para ellos, no tienen las facultadas intactas, no pueden hacer labores que hacían hace 25 o 30 años, su cabeza y sus brazos casi ya no lo permiten, pero ellos siguen adelante. La abuela y el abuelo pelícano, cuando de verdad tienen ya el pelo cano, lo que necesitan es algo que también es blanco, y que algunas veces se llama "Un poco de paz"
Intentemos cederles a nuestros mayores un poco de esa paz, escondiendo solo de vez en cuando, nuestra faceta de egoístas.
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