No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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14 agosto 2018

NOLUNTAD.

El otro día me apareció esta palabra por casualidad en un texto, y como hago siempre, me preocupé de qué significaba y de dónde procedía.
Y viene del latĂ­n "NOLO" (no quiero), y a su vez estĂĄ contaminada con la palabra "VOLUNTAD"  (facultad de decir y ordenar la propia conducta), es un sustantivo que al igual que su equivalente "NOLICIÓN", se emplea principalmente en filosofĂ­a para designar el acto de "no querer"; o sea no tener voluntad para hacer una cosa.
El mismo Miguel de Unamuno emplea esta voz como tĂ­tulo de uno de sus escritos "Noluntad nacional".
Después de esto, esta palabra que para mí era desconocida, (nunca estudié filosofía), va siendo hora de utilizarla mås a menudo en nuestra vida diaria, porque como dicen los gallegos de las meigas: Haberla hayla.
Hay mucha noluntad en nuestra sociedad actual; no hay voluntad ninguna para arreglar tantos problemas como nos ocupan, con la puñetera manía de proyectarlo todo como un partido de tenis malo, en el que los jugadores solo se preocupan de devolver la bola, sin que se salga de la pista, pero sin el riesgo de intentar ganar el punto, esperando el fallo del contrario.
Muy pocos y pocas se mojan de verdad, afrontando los problemas de frente, e intentando dar una soluciĂłn coherente.
Creo que no hace falta que exponga las demostraciones de noluntad que actualmente vivimos, cada uno de vosotros es libre de hacer su propia lista, seguro que serĂĄ larga y extensa.
Transcribo el texto de NOLUNTAD NACIONAL, Miguel deUnamuno, año 1915, parece de ayer...o de hoy.
Bueno, ¿y quĂ© queremos? ¿Lo sabemos acaso nosotros mismos? Yo creo que no. SĂłlo sĂ© una cosa y es que queremos querer, que acaso soñamos querer. Pero voluntad, no ya nacional, siquiera colectiva, de unos pocos escogidos, ¿dĂłnde la hay? Cada uno quiere, es cierto, su cosa; mas ¿dĂłnde estĂĄ aquella sola y misma que todos, o por lo menos muchos, queramos?
Que no hay conciencia nacional decimos. Ni siquiera voluntad nacional. Si la hubiera, del querer brotaría el pensar. Pero los españoles, como tales, sólo parecen querer que se les deje morir en paz. Morir, no vivir. España no quiere nada fuera de sí misma, es decir, no quiere nada. No quiere dominio territorial; no quiere dominio espiritual tampoco. Ni quiere soñar ensueños que dar a los demås. Duerme sin soñar.

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