Lazos de familia, esa savia que ilustra tu personalidad, que te hace responder a los avatares de la vida segĂșn la sangre que corre por tus venas.
Unos lazos que te unen mĂĄs allĂĄ de la eternidad, unos lazos que mantienen vivo el recuerdo de los que te han precedido en este mundo.
Hay otros lazos, de amistad, que normalmente nacen desde la infancia y que perduran por los siglos de los siglos, no son de sangre, pero como si lo fueran.
También estån los lazos que te atan a tus compañeros de por vida, esos con los que has convivido, sufrido, divertido, y trabajado durante muchos, muchos años; tampoco son de sangre, pero también como si lo fueran.
Dentro de los lazos familiares, estĂĄn tambiĂ©n los que nosotros nos anudamos cuando conocemos a la pareja de nuestra vida; esos, deberĂan durar para siempre, pero muchas veces se pudren por los malos tratos, las decepciones, los engaños, por las incomprensiones, y normalmente, por la falta de amor con que se debiĂł anudar en su dĂa ese lazo.
Lazos que nos unen a algunos animales, que muchas veces son mås fieles que la familia, esos también perduran atados durante años.
Y por Ășltimo, hay otros lazos que actualmente no son de sangre, pero que como siga la tozudez de unos, unas, otros y otras pueden llegar a serlo.
Unos lazos amarillos, que en vez de unir hasta la eternidad, lo que hacen es separar de por vida; separar a hermanos, a familias enteras, a amigos; y por encima de todo, hacen que los partidarios de los encontronazos, los y las agitadoras de turno, y los y las violentas hagan su agosto, viviendo como peces en el agua, a costa de los que defienden una u otra ideologĂa.
En vez de poner y quitar, podrĂan hacer como los japoneses cuando van a la huelga: trabajar mĂĄs de su horario normal.
Pues eso, dedicar el tiempo de quitar y poner, de volver a quitar y de volver a poner, en actividades sociales de ayuda humanitaria a quien realmente lo necesite; y el o la que quiera llevar un lazo en la solapa usando su tiempo libre para la ayuda humanitaria...
La verdad es que me importarĂĄ un pimiento. Pero quizĂĄs eso no sea tan mediĂĄtico.
¡OjalĂĄ esos lazos amarillos nunca se tornen en encarnados
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