Un dĂa viendo la obra del dĂșo SĂndrome Clown "Mejor es posible", en una parodia hablaban de la frase: "De lo mĂo no hay nada". DecĂan que si despuĂ©s de cuatro o cinco años no encuentras nada de lo tuyo (se referĂan al trabajo) dedĂcate a buscar en otro sitio o en otra cosa, de nada te vale estar lamentĂĄndote durante tantos años.
Esta teorĂa de los geniales PrĂĄxedes Nieto y VĂctor Carretero se podrĂa aplicar a cualquier circunstancia de nuestra existencia.
En la enfermedad, tampoco valen de mucho los lamentos, en este punto admiro muy mucho a mi madre por su coraje ante la adversidad de la enfermedad y la decisiĂłn de tirar para adelante.
En los estudios, en el amor, en las decepciones de amigos y amigas, en accidentes, en cualquier caso el lamento es inĂștil.
QuizĂĄ llorar, en algĂșn momento determinado, puede sentar bien, desahogarte; pero de ahĂ, a estar continuamente con el lamento en tu voz, hay un verdadero abismo.
Nos lamentamos de todo, incluso de lo que ha salido mal por nuestra culpa o falta de atenciĂłn; y cĂłmo no, nos lamentamos siempre de nuestra mala suerte.
Hay una frase de William Shakespeare que nos debe despertar la consciencia en cuanto a los lamentos y que dice asĂ:
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
Ya es hora de levantarnos y reparar lo que hemos destrozado, o estamos destrozando, en vez de lamentarnos de ello.
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