Salimos a cenar una noche por la ciudad de Gijón, y paseando por sus calles nos extrañó que los comercios no tenían echados los cierres que normalmente aseguran las puertas de entrada a los mismos, esas persianas de metal que intentan ahuyentar a los rateros de turno.
Seguíamos paseando y continuábamos viendo los mismos síntomas, los comercios seguían con las persianas levantadas, pero estaban cerrados; la gente deambulaba en gran cantidad por las calles colindantes al paseo marítimo y la noche continuaba.
Paramos en un bar a tomar unas tapas, hacía un calor pegajoso, por lo que una vez terminamos decidimos seguir andando hasta encontrar una esquina donde tomar un refresco o un helado, eso sí, una esquina en la que corriera un poco el fresco.
A lo lejos, en el principio de la calle, vimos venir de acera a acera, una chica con un chaleco reflectante amarillo, que iba empujando minuciosamente las puertas de entrada de los comercios, también intentaba abrir las puertas de los bloques de pisos que había en la calle, y eso nos extraño bastante; ya no le perdimos la vista, ella continuaba con su tarea, y nosotros la veíamos venir paso a paso hacia nosotros.
Pasó por delante nuestra, era una chica normal, y daba la sensación de estar trabajando; cuando siguió adelante, en la parte dorsal del chaleco encontramos la solución, se podía leer: SERENO.
Los primeros serenos aparecieron en 1715 y además eran faroleros, llevaban un farol para acompañar a los vecinos a sus casas, fueron muy importantes en las décadas de los 40, 50, 60 y 70 y desaparecieron a finales del siglo pasado; actualmente y por mor del programa de serenos del ayuntamiento de Gijón, esta profesión se ha recuperado para beneficio de los paisanos gijonenses.
En todos los municipios sería bueno la recuperación de esta figura, además de los puestos de trabajo, generaría cierta seguridad, y cuidarían de algunas actividades nocturnas que no son recomendables: gritos, voces, vandalismo, etc. Eso si, siempre en contacto con la policía local.
Buena iniciativa, traer serenidad en noches oscuras con esta vieja-nueva profesión. (Abajo os dejo la foto)
Paramos en un bar a tomar unas tapas, hacía un calor pegajoso, por lo que una vez terminamos decidimos seguir andando hasta encontrar una esquina donde tomar un refresco o un helado, eso sí, una esquina en la que corriera un poco el fresco.
A lo lejos, en el principio de la calle, vimos venir de acera a acera, una chica con un chaleco reflectante amarillo, que iba empujando minuciosamente las puertas de entrada de los comercios, también intentaba abrir las puertas de los bloques de pisos que había en la calle, y eso nos extraño bastante; ya no le perdimos la vista, ella continuaba con su tarea, y nosotros la veíamos venir paso a paso hacia nosotros.
Pasó por delante nuestra, era una chica normal, y daba la sensación de estar trabajando; cuando siguió adelante, en la parte dorsal del chaleco encontramos la solución, se podía leer: SERENO.
Los primeros serenos aparecieron en 1715 y además eran faroleros, llevaban un farol para acompañar a los vecinos a sus casas, fueron muy importantes en las décadas de los 40, 50, 60 y 70 y desaparecieron a finales del siglo pasado; actualmente y por mor del programa de serenos del ayuntamiento de Gijón, esta profesión se ha recuperado para beneficio de los paisanos gijonenses.
En todos los municipios sería bueno la recuperación de esta figura, además de los puestos de trabajo, generaría cierta seguridad, y cuidarían de algunas actividades nocturnas que no son recomendables: gritos, voces, vandalismo, etc. Eso si, siempre en contacto con la policía local.
Buena iniciativa, traer serenidad en noches oscuras con esta vieja-nueva profesión. (Abajo os dejo la foto)
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