No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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03 diciembre 2024

ROYAL.

Viendo en la serie policĂ­aca del canal Paramount, Los misterios de Murdoch, como los agentes escriben a mĂĄquina los partes diarios, se me ha ido la cabeza a otros tiempos.
Mi padre, q.e.p.d., se empeñó, cuando yo era muy joven, llåmese diez u once años, que aprendiera a escribir a måquina, quizås estuviera barruntando que iba a trabajar en un Banco.
Pertrechado con mi método, que todavía estarå por casa, y la måquina Royal de mi abuelo Manolo, empecé a aprender a escribir a måquina.
Y bien que me sirviĂł a la hora de la prueba de acceso al Banco.
Allí, en el Banco, las måquinas de escribir que había, creo que eran, unas Olivetti Lettera 25, råpidas y duras como el pedernal. Allí conocí a Luis Amaya, que a la sazón, era técnico de Olivetti.
En casa, mås tarde, mi padre compró una Olivetti Pluma 22, mucho mås delicada que las del Banco, también tenía muchísima menos tralla.
De esos artefactos hemos pasado a los sofisticados teclados de ordenador, y la hoja de papel para escribir es una pantalla, mĂĄs o menos grande, donde salen reflejados los dĂ­gitos pulsados en el teclado.
Pudiera ser lo mismo, pero no lo es. De antes, de los tiempos de la Royal y la Lettera, se desarrollĂł una musculatura para mover los dedos y pulsar las teclas, que todavĂ­a, hoy en dĂ­a, persiste.
Los que usan el imaginario teclado de los mĂłviles, al final tendrĂĄn musculatura solo en los dedos pulgares. SerĂĄn unos pulgares super-desarrollados, a los que habrĂĄ que buscarles nuevas utilidades.

MĂĄquina exacta a la de mi abuelo Manolo. Foto de la red.



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