¡QuĂ© crueles son los espejos!.
Aunque no quieras, te reflejan por fuera,
tal cual eres, sobre todo por la mañana, reciĂ©n levantado. DĂa a dĂa te van
devolviendo una imagen distinta a la del dĂa anterior. Son el juez
implacable del paso del tiempo; dibujan lĂneas en tu cara, que son
difĂciles de suprimir; lĂneas trazadas con la pluma de la aflicciĂłn, de la
risa, del dolor, del sol, de la enfermedad, de la carcajada, en suma, del gesto
diario. También tienen la mala costumbre de borrar, el color del cabello;
incluso lo hace desaparecer. A veces, en algunos momentos, hasta le
preguntas..¿QuĂ© has hecho conmigo?.
Solo tienen
una ventaja, que la imagen que se refleja en los espejos, se puede maquillar,
para disimular el aspecto que te devuelve. Otra cosa serĂa un espejo que
pudiera reflejar el interior de cada uno.
Ese si serĂa un espejo curioso, para tener en casa, para echarse en Ă©l un vistazo a menudo, pero en Ă©ste, un poco antes de acabar el dĂa; este espejo si que podrĂa ser para algunos.. ¡"Pa ni mirarse"!.
Procuremos reflejar en esa luna nuestra imagen sintiendo la menos vergĂŒenza posible; nos irĂĄ bastante mejor.
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