Todos, absolutamente todos y todas (utilizaremos aquà la diferenciación de géneros), somos conscientes del destino de cada uno.
Y no me refiero al destino en la vida, que como todo lo que pasa en ella es efĂmero, me refiero al destino final, la muerte.
TodavĂa sigo sin entender que sabiendo lo que nos espera a todos, vivamos de la forma que vivimos, quizĂĄ podamos pensar...
Ya que me voy a morir me voy a llevar todo lo que pueda; de acuerdo, disfruta al mĂĄximo, pero no hagas daño a nadie; quema los dĂas, las horas, pero no atesores nada, no merece la pena, atesora solo amor, no hay nada mejor que sentirse querido.
Si desde que naces tienes la certeza que te vas a morir, ¿A quĂ© viene tanta "hijoputez"?
Y una vez que te has marchado, ¿De quĂ© sirve un mausoleo, o un Taj Majal? ¿QuizĂĄs para intentar compensar lo que no hicieron por tĂ cuando estabas en vida?
Miserias.
Si dejas una cuenta bancaria repleta, o muchas fincas, o muchas acciones, o muchas propiedades, ¿Eso te hace mejor padre o mejor madre?, ¿Crees que asĂ te recordarĂĄn con mĂĄs cariño?
Miserias.
Lo fundamental es el devenir de tu existencia, lo que dejes en tu trayectoria, lo que vayas dejando tras de tĂ, por ello serĂĄs recordado; por lo que vivas, lo que disfrutes, el bien que hagas, lo bueno que enseñes, lo que aprendas, los beneficios que entregues a los demĂĄs; el destino, el destino ya lo sabes, seguro que lo conoces.
Lo importante no es el destino, es el camino.
El destino...
"La muerte es justo cuando tu traje se cae y te quedas en tu otro traje. No podrĂĄs verlo en ese nivel, pero estĂĄ bien" George Harrison (1943-2001)
Foto extraĂda de la pĂĄgina: nl.pinterest.com |
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