Había una señora en mi pueblo, desconozco su nombre, aunque si sé donde vivía, a la que le faltaba un brazo, pero cuando barría la puerta de la calle lo hacía de una forma tan magistral que no me lo podía explicar.
Con un solo brazo dejaba el acerado y su parcela de la calle más limpia que un "jaspe" como se suele decir por aquí abajo.
Hay otros, como yo, que barrer no barro mal, pero cuando se trata de recoger es otra cosa, y pun, y pun, y pun, y por mucho pun que haga, siempre quedan cositas por recoger.
Después están los profesionales que van dando "cubetazos" a las siete de la mañana con ese recogedor amarillo que llevan y con el que recogen, en teoría, lo que barren de las calles.
El barrer en sí es un arte:
Tienes que coger el palo del recogedor con la mano izquierda (normalmente) y cuando ya has amontonado la basurilla en montoncitos cogiendo la escoba con ambas manos, la agarras sólo con la derecha y empujas la basura hacia el recogedor. ¿Fácil no?
Pues los hay muchísimo mejores...
Un ejemplo son los árbitros que siempre barren para el mismo lado, ya ni con el pinganillo del VAR tienen la capacidad de dejar de barrer.
Otro ejemplo, y este si que es sangrante, el de los políticos.
Tienen dos formas de barrer extremas y muy determinadas, lo tienen tan claro como el agua que "en teoría" es mineral y natural y destaca por su carácter mineral y pureza del grifo de donde se coge.
Cuando las cosas están mal, cuando se equivocan, cuando tocan el dinero que no es suyo, barren, y barren y barren para afuera, incluso algunos meten la mierda debajo de la alfombra de otros.
Y cuando las cosas van bien, aunque no sea por su intervención, se agarran los escobones, y a barrer, a barrer "pa" dentro.
¡Ay si Fray Escoba levantara la cabeza! (Martín de Porres Velázquez, Santo dominico, Lima-1579-1639)
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Foto extraída de la página: multimedios.com |
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