El otro dĂa me decĂa una persona a la que quiero mucho:
- No te ofrezcas a nada hasta que no te lo pidan, porque te puedes encontrar con una "frescada" como respuesta.
Y no ha sido nada mĂĄs que asĂ, me ofrecĂ para una cosa que creĂa que era necesaria para las personas mayores, y he recibido la callada por respuesta.
¿Por quĂ©?
Porque lamentablemente estamos acostumbrados a que cuando se te acerca alguien, te llama alguien, ya estamos todos con las orejas levantadas.
Pensamos encarecidamente que el, o la que viene a ofrecerse, es porque lo mĂĄs probable busque algo en beneficio propio.
TambiĂ©n te pueden contestar, que... ¡A ti que te importa!
O, ¿Te ha dado vela alguien en este entierro?
Pero es que algunas veces me arde la sangre.
Por ejemplo:
Sentado en la piscina, los niños pequeños corriendo por el borde, les dices que como se caigan se van a hacer daño, o si es muy pequeño, que no se vaya a caer al agua; y te miran con mala cara.
O como hoy...
En una terraza de un bar una familia con una niña en un carrito; la niña empieza a molestar, y el padre, con un cigarro en la boca, se dirige a ella y le dice, con la colilla perpendicularmente a la cabecita de la niña...
- Ya estĂĄ, ya estĂĄ.
Y como la niña no paraba, con el cigarro todavĂa en la boca, se agacha al carro y coge a la niña en brazos sin tirar el cigarro.
¡Ea, me hierve la sangre, pero sigo los consejos, me callo!
Y al final es la mĂĄs pura verdad del mundo, en la boca cerrada no entran moscas, el que quiera algo que lo pida.
Foto de mi amiga Juani Mora. |
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