Una anciana vendía huevos, y una mujer le preguntó:
-¿A cuánto estás vendiendo los huevos?
- A veinte céntimos el huevo, le respondió la anciana.
- Me llevo seis pero le pago sólo un euro.
La anciana vendedora le respondió:
- Está bien señora, lléveselos al precio que usted quiera, puede ser que sea un buen comienzo, porque hoy no he podido vender ni un solo huevo.
La señora tomó los huevos y se fue sintiendo que había ganado.
Se subió a su gran coche y se fue a un elegante restaurante con una amiga.
Ordenaron la comida, lo que más les gustaba, comieron poco y dejaron mucho.
La señora fue a pagar la cuenta, 72 €.
Entregó cuatro billetes de 20€ y le dijo al camarero que se quedara con el cambio.
Incidente normal para el del restaurante, pero muy doloroso para la pobre anciana vendedora de huevos.
¿Por qué siempre intentamos demostrar nuestro poder cuando tratamos con necesitados, y somos tan generosos y cobardes con aquellos que ni siquiera necesitan nuestra generosidad?
Vivir de las apariencias se llama eso.
Copiada de un muro de facebook, me ha parecido muy interesante.
Algunos compran cosas a personas necesitadas haciendo una especie de caridad envuelta en dignidad.
Cuando regateemos a los comerciantes tengamos valor también para regatear en el Corte Inglés.
Algunos compran cosas a personas necesitadas haciendo una especie de caridad envuelta en dignidad.
Cuando regateemos a los comerciantes tengamos valor también para regatear en el Corte Inglés.
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