Los hermanos Grimm escribieron este cuento cuyo original se titulaba: Der wolf und die sieben jungen Geißlein.
Creo que a todos nos lo han contado alguna vez y seguro estoy también que nosotros se lo hemos referido a nuestros hijos e hijas, quizás intentando que aprendieran con su moraleja que no te debes de fiar de nadie y que todo el que la hace la paga.
Se me ha venido a la mente otro cuento más actual y mucho más lamentable...
Hay un estatus social que solo llama a tu puerta para pedirte el voto, salvo honrosas excepciones, y llaman, y llaman; se ponen pieles por encima de honrados, de formales, de trabajadores, de ideólogos; pero no nos equivoquemos, y como ya he dicho salvo honrosas excepciones, solo para conseguir que las chivitas y los chivitos les abran las puertas de su alma, cojan su sobre, lo introduzcan en la correspondiente urna, y entonces, al abrirle las puertas...
Zas, bocado en el cuello, y a otra cosa.
No se si en este cuento actualizado habrá alguna cabritilla o cabritillo que se escape pudiéndose esconder del bocado letal y le cuente a mamá (masa de la nación), lo que ha ocurrido.
No quiero ni pensar lo que la mamá le puede hacer al lobo que ha engañado a sus hijuelos e hijuelas.
Lo de la cabra del cuento puede ser una poca de leche.
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