No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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16 agosto 2019

LOS CANTOS.

Tengo muchos amigos y amigas que se apellidan Cantos, también los hay que su apellido es en singular Canto; buenas gentes que conviven a diario en mi ciudad; pero hoy me quiero referir a otros cantos, a esos cantos ridículos, repetitivos, que se asemejan a los quejidos de las Williams cuando devuelven la bola en Rolland Garros o en Wimbledon, esos cantos que se tiran diariamente unos políticos a otros, esas pedradas de las que ya estamos hastiados.
Los políticos de turno nos embaucan con cantos de sirenas a diario; unas sirenas que eran determinadas por Ulises como:
Genios híbridos, seres similares a las ninfas, que dependiendo de la versión del mito eran tres, cinco o incluso ocho. Vivían en el mar Tirreno muy cerca de lo que hoy es Sicilia. Su cuerpo era de ave con rostro de mujer (nada que ver con la Ariel de Walt Disney), por lo que no tenían aletas, sino alas para poder volar, lo de la cola de pez fue muy posterior a esto.
Una de sus principales características era su voz, ya que poseía una inmensa dulzura y musicalidad. Gracias a ese don, atraían a los barcos de marineros que quedaban prendados por su sonido; tan embelesados quedaban, que incluso saltaban del barco para poderlas escuchar mejor, eso sí, perecían ahogados en el mar.
Si trasponemos los cantos de sirena del mar Tirreno de Sicilia a los cantos de sirenas y"sirenos" de los políticos de turno de hoy en día, más o menos tendremos la misma descripción y como consecuencia los mismos resultados; los marineros(votantes) se dejan embaucar por los cantos de las sirenas y "sirenos" (políticos y políticas) antes de llegar a las urnas; tanto se dejan atraer, que se tiran de cabeza para estar más cerca de ellos y ellas y al final se ahogan y nos ahogan.
Cantos, tantos cantos, que ya me desconciertan...
Pero lo que si echo de menos muchas veces a la hora de la merienda es, como comentaba el otro día, otro tipo de canto: un bollo de medio kilo, abierto por la mitad, la miga retirada, una buena cantidad de aceite puro de oliva, dos buenos cucharones de azúcar y vuelta a poner la miga.
¡Que ricos estaban los cantos de aceite y azúcar, por Dios!

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