Estornudamos principalmente como un reflejo para limpiar las vĂas respiratorias de irritantes como polvo, polen o partĂculas extrañas. Es una respuesta natural del cuerpo para protegerse, expulsando el aire de forma brusca a travĂ©s de la nariz y la boca. AdemĂĄs del polvo y el polen, los estornudos tambiĂ©n pueden ser causados por alergias, resfriados, infecciones o incluso irritantes como la luz brillante o el aire seco, tambiĂ©n el desarrollo excesivo del nervio simpĂĄtico puede producirlos.
Cuando estornudamos solemos
decir: ¡JesĂșs, MarĂa!
Se dice que durante la epidemia
de peste que hubo en Roma en el año 591, bajo el pontificado de Gregorio I, los
afectados morĂan estornudando, y que de tal circunstancia procede el ¡Dios te
bendiga!, que mĂĄs tarde se simplificarĂa diciendo: ¡Salud!, ¡JesĂșs! o
expresiones semejantes. Avicena, médico y filósofo persa (980-1037), al
describir la sintomatologĂa de una epidemia de viruela, decĂa que un estornudo
continuado anuncia, por lo general, el principio de la enfermedad y, por lo
tanto, cuando se oye estornudar a alguien se pide a Dios que aparte el peligro.
Para el erudito guipuzcoano Justo GĂĄrate, la salutaciĂłn tras el estornudo
comenzĂł a utilizarse en Ăfrica, en el siglo VI, con motivo de la apariciĂłn de
una epidemia, y fueron los ĂĄrabes, los que propagaron por el mundo la costumbre
de invocar a la divinidad.
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Foto de mi amiga Juani Mora. |
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