Tras la amputación de un miembro, muchos de los aquejados siguen sintiéndolo como si todavía estuviera unido al cuerpo. Tal es la sensación de realidad que experimentan, que los afectados tratan de bajar de la cama con su pie amputado o de asir una taza con la mano inexistente.
Esas son las malas pasadas de los miembros fantasmas.
De todas las sensaciones que perciben los mutilados, la más frecuente y preocupante es el dolor, en ocasiones insoportable.
Punzadas, calambres y quemazones son algunos de los síntomas que pueden persistir durante años.
El origen de este engaño fisiológico se origina por la reorganización del cerebro después de la amputación. El cerebro, que normalmente recibe señales de la extremidad, sigue esperando estas señales incluso después de que la extremidad ya no está presente, lo que puede provocar esas sensaciones de dolor, picazón, o la sensación de que la extremidad sigue ahí.
Cuando tuve la pérdida casi total de visión del ojo derecho , cuando iba a echar un líquido en un vaso, normalmente iba directo al mantel. Mi cerebro se tuvo que reorganizar para hacer más caso al ojo izquierdo, bastante mermado también, para que hiciera un poco el trabajo del ojo perdido, aunque la visión tridimensional se perdió definitivamente.
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