Nacemos, a la orilla del océano,
en la misma orillita, sentados, recibiendo el dulce vaivén de las olas que se
acercan lentamente hacia nuestros pies. Continuamente vigilados por nuestros
padres, que nos protegen de las grandes olas, y nos enseñan, acompañåndonos, a
bañarnos un poco mås adentro cada vez.
Nos ponen crema, para ahorrarnos
sufrimientos nocturnos, nos dan de comer, y nos inculcan las dos horas de
digestiĂłn, nos cambian, nos secan y nos mudan de ropa.
Casi sin darnos cuenta, tomamos
conciencia de que tenemos que aprender a nadar solos, empezamos con poco y
alcanzamos lo mĂĄs; o por lo menos lo intentamos. Cometemos imprudencias, nos
relacionamos con otras gentes de nuestra edad, que también se bañan, y van
pasando los veranos, en una vida pausada, disfrutando de la playa, respirando
un océano reparador, constructor de sueños, que cada año dominamos mås,
conocemos sus mareas, cuåndo va a venir el levante o poniente, a qué hora sale
el sol, a qué hora se asomarå la luna, cuåntas estrellas iluminarån el
firmamento, cual es el mejor dĂa para salir de pesca….etc.
MĂĄs un dĂa insospechado; el
océano te quiere demostrar que el que manda es él, el que determinarå tu
existencia es Ă©l, no tĂș, y en un abrir y cerrar de ojos, un tsunami arrastra
las sombrillas, barcas, toallas, neveras, tumbonas, butacas; empiezas a dar
vueltas y vueltas, intentando buscar el equilibrio y sacar la cabeza a flote
para poder por lo menos respirar, y logras emerger, en medio de un océano
inmenso, sin saber hacia donde nadar.
Nadas y nadas, y nada, no aparece
la tierra firme; cambias el rumbo, nadas
y nadas, y nada; hay gente que te encuentras nadando, y que te animan a seguir,
que han aprendido a pescar y te enseñan, que han aprendido a bracear sin angustia, a reponer fuerzas, y te hacen aprenderlo, y
asà hasta que el océano quiere, y cuando estås rendido de tanto nadar, te
acurruca entre sus espumosas olas y te lleva a tierra firme. Cuando llegas a la
playa, cansado, exhausto, te das cuenta que ha merecido la pena haber aprendido
a nadar, o….. a vivir.
Buenas noches, y espumosos sueños
(si puede ser, espuma de cerveza, mejor).
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