Por estas fechas de mediados de
Julio, el calor, o la calor, como queramos llamarlo, normalmente se hacĂa
insoportable.
El nacimiento de la luna, no
implicaba el refresco del ambiente, que nos mantenĂa ahogados hasta el alumbramiento
del sol, que a su vez, nos ahogaba mĂĄs, durante el dĂa.
SalĂas de la ducha, duchado de
nuevo con tu propio sudor, de nada servĂan los dos o tres baños diarios.
Desde mediados de Junio, el
perfume nocturno de tu habitaciĂłn mutaba, del aroma de la dama de noche, al
olor penetrante de las pastillas anti mosquitos.
Las detestables visitantes voladoras, color del cobre oscuro, aparecĂan en el baño, en el comedor, en el
salĂłn; obligĂĄndote a zapatear el suelo sucesivas veces, para eliminarlas de tu
presencia, incluso tenĂas que utilizar nubes envenenadas para su exterminio.
Y las habitantes del mundo, desde
hace millones de años, que tan bien se acoplan a los tiempos, hacĂan de
nuestras paredes, su porche de paseo nocturno. Durante el invierno, dormĂan esperando
que el sol les calentase la sangre, y en verano se aferraban a las paredes
blancas, para absorber su temperatura.
No sé por qué, ni tan siquiera
sé, si es aquà solamente, pero este verano, me faltan todas estas cosas; no he
escuchado todavĂa el zumbido itinerante de los voladores chupa sangre, me basta
la ventana abierta y el ventilador para conciliar el sueño durante la noche,
teniendo que arroparme con la sĂĄbana en algunos amaneceres; las asquerosas
cucarachas no han asomado sus antenas este año en mi hogar, y mis paredes
blancas, no han servido todavĂa de playa, para las temidas, por algunos o
algunas, y admiradas por otros u otras, salamanquesas; que no, lagartijas.
Lo dicho, un verano, que aunque
haga calor, porque lo hace, a mĂ me estĂĄ
resultando…. raro, raro, raro. (Pronunciar como el padre de Julio Iglesias).
Buenas noches, y fresquitos
sueños.
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