No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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12 julio 2013

QUERIDO SEÑOR MÍO.

Querido señor mío:
Perdón, retiro lo dicho, porque ni usted es para mí, querido, ni por supuesto es usted un señor; y ni remotamente lo quiero para mí.
Con el debido respeto, ése que usted no conoce, me va a permitir que le haga presente algunas cosas, que hasta hoy han sido imposible decirlas.
Usted se ha querido perder miles de besos y apretones con la candidez infantil de los que dicen la verdad, se ha querido perder que le llamen más en su vida, papi, papa, padre, viejo, ….; usted no va a reunirse con tutores para hablar del transcurso de un curso, no va a meterse en la cocina, para hacer un plato cuyo ingrediente más importante es el amor, usted no va a acurrucar jamás cabecitas entre sus brazos, usted no va a poner termómetros ni tampoco tendrá que administrar paracetamol; usted, para su desgracia; no va a asistir a una graduación, ni se le van a saltar las lágrimas por lo que está viendo, no podrá ver filas de vestidos blancos y alegría de cascabel (como diría mi amigo); ni tendrá jamás hijos políticos, ni podrá ser padrino de una boda, ni acompañará a una madrina, tampoco paseará nunca a unos nietos.
Se ha librado de problemas, de sinsabores, de discusiones, de enfermedades, de llantos y noches sin dormir…… pero bueno, eso ya todo lo sabía cuando los engendró.
Si usted lo que realmente deseaba, era no tener que vivir esas cosas, lo podría haber hecho de otra forma, no privando a otra persona, por su egoísmo, de poderlas disfrutar, simplemente se tendría que haber quitado de en medio.
La justicia, impondrá sus penas; que serán o no serán justas, que serán o no serán largas; yo lo único que le deseo, es que… cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año y durante todo lo que le reste de vida,  antes de rendir cuentas, decía que solo le deseo, que jamás se le vayan de la cabeza, las imágenes de una hoguera, ni el olor que la impregnaba;  y cada rato que pase, los eche más y más de menos.
Sin otro particular, me despido atentamente (educación ante todo), deseándole que la vida le perdone, ya que a nosotros y a su familia, nos va a resultar difícil ese perdón.

Buenas noches.

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