En mi casa de la pradera, donde
voy cuando llega el verano azul, siempre ando arriba y abajo, oteando desde el
horizonte las viñas de Falcon Crest. Al final de una autopista hacia el cielo,
encuentro la bonanza de espĂritu; desde la azotea de mi refugio, al que
bautizaron un dĂa como el nido de Robin, observo como Colombo y Cannon, buscan
afanosamente al fugitivo que se escapó del centro médico, maniatando al Dr.
Gannon; el pobre, con lo guapo que era….
Todas las mañanas, al levantarme,
practico un poco de kung-fĂș, en las arenas de la playa, monto un poco en mi
negro corcel Furia, y después, para refrescar mi cuerpo, me doy un chapuzón en
el mar, jugueteando con mi amigo Flipper.
A mediodĂa escucho en las
noticias, que en Dallas, un detenido por el Superagente 86, declara en el
juzgado de guardia, y me da la risa, porque ha manifestado que una chica
embrujada, movĂa la nariz para hacer magia y hacĂa desaparecer las cosas; que
Ă©l no habĂa robado nada. Ăsto tambiĂ©n lo corroboraba el gran detective Kojak,
mientras degustaba un chupachups con su mismo nombre (similitud entre la cabeza
rapada del detective, y la bola de caramelo de chupachups, supongo). Irosinde, hizo
todo lo posible por salvarlo de la cĂĄrcel, pero no le fue posible, una
verdadera lĂĄstima.
Descendientes de Kunta Kinte,
venden relojes y pareos en la playa de Miami vice, mientras que las cĂĄmaras de
foto y vĂdeo reflejan los bailes sensuales de Fama a la orilla del mar.
En la costa, también hay un
hotel, cuyo director tiene barbita, y con una chica espléndida como relaciones
pĂșblicas, donde para el barco que va de vacaciones en el mar. Al lado del hotel estĂĄ el pub Cheers, donde por la noche me tomo una
copita sentado en la terraza, dejando aparcado mi coche fantĂĄstico en la misma
puerta de bar, que estĂĄ regido por una dinastĂa familiar muy antigua.
Mi perro, SimĂłn; SimĂłn Templar,
mĂĄs conocido en el barrio como el Santo, me despierta de la siesta, cuando me
quedo dormido viendo la tele y entrando como hoy en el tĂșnel del tiempo.
Ah, y si ocurriera cualquier desastre,
siempre podrĂa llamar al equipo A, o al gran hĂ©roe americano, cosa que todos no
pueden hacer.
Buen dĂa, y espero no haberme
olvidado de ningĂșn recuerdo; a ver, si sois capaces de encontrar, los treinta
sueños en blanco y negro con algo de color, feliz dĂa.
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