No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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22 julio 2013

SUEÑOS EN BLANCO Y NEGRO CON ALGO DE COLOR.

En mi casa de la pradera, donde voy cuando llega el verano azul, siempre ando arriba y abajo, oteando desde el horizonte las viñas de Falcon Crest. Al final de una autopista hacia el cielo, encuentro la bonanza de espĂ­ritu; desde la azotea de mi refugio, al que bautizaron un dĂ­a como el nido de Robin, observo como Colombo y Cannon, buscan afanosamente al fugitivo que se escapĂł del centro mĂ©dico, maniatando al Dr. Gannon; el pobre, con lo guapo que era….
Todas las mañanas, al levantarme, practico un poco de kung-fĂș, en las arenas de la playa, monto un poco en mi negro corcel Furia, y despuĂ©s, para refrescar mi cuerpo, me doy un chapuzĂłn en el mar, jugueteando con mi amigo Flipper.
A mediodĂ­a escucho en las noticias, que en Dallas, un detenido por el Superagente 86, declara en el juzgado de guardia, y me da la risa, porque ha manifestado que una chica embrujada, movĂ­a la nariz para hacer magia y hacĂ­a desaparecer las cosas; que Ă©l no habĂ­a robado nada. Ésto tambiĂ©n lo corroboraba el gran detective Kojak, mientras degustaba un chupachups con su mismo nombre (similitud entre la cabeza rapada del detective, y la bola de caramelo de chupachups, supongo). Irosinde, hizo todo lo posible por salvarlo de la cĂĄrcel, pero no le fue posible, una verdadera lĂĄstima.
Descendientes de Kunta Kinte, venden relojes y pareos en la playa de Miami vice, mientras que las cĂĄmaras de foto y vĂ­deo reflejan los bailes sensuales de Fama a la orilla del mar.
En la costa, tambiĂ©n hay un hotel, cuyo director tiene barbita, y con una chica esplĂ©ndida como relaciones pĂșblicas, donde para el barco que va de vacaciones en el mar. Al lado del hotel estĂĄ el pub Cheers, donde por la noche me tomo una copita sentado en la terraza, dejando aparcado mi coche fantĂĄstico en la misma puerta de bar, que estĂĄ regido por una dinastĂ­a familiar muy antigua.
Mi perro, SimĂłn; SimĂłn Templar, mĂĄs conocido en el barrio como el Santo, me despierta de la siesta, cuando me quedo dormido viendo la tele y entrando como hoy en el tĂșnel del tiempo.
Ah, y si ocurriera cualquier desastre, siempre podría llamar al equipo A, o al gran héroe americano, cosa que todos no pueden hacer.
Buen dĂ­a, y espero no haberme olvidado de ningĂșn recuerdo; a ver, si sois capaces de encontrar, los treinta sueños en blanco y negro con algo de color, feliz dĂ­a.











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