Esta canción de Deep Purple, me
ha hecho pensar cómo han cambiado las cosas con el tiempo, siempre el puñetero
tiempo.
Hace bastantes años, cuando era
niño, el tiempo discurría lentamente, había tiempo para todo: baño (no ducha
rápida), merienda sentado en el poyete de casa, con un canto de pan con azúcar u
onza de chocolate, (no bollicao, andando por la calle), dibujos animados
al atardecer; colegio, por la mañana y por la tarde, clases particulares de
francés, partido de fútbol al salir de clase, tarde de estudio, haciendo los
“deberes” buscando las cosas en los libros de la biblioteca y en el
diccionario; almorzar y cenar todos los moradores de la casa juntos, y dormir.
Los fines de semana, el tiempo se hacía eterno; farmacia para tocar y cantar,
grupo de reunión y teatro del Seminario, leer novelas de Agatha Christie, paseos por el porche, tertulias
nocturnas en la calle; y siempre, siempre, siendo un “niño con tiempo”.
Hoy en día, en que el "aparataje" (informático o telefónico) que nos invade, abusa de los niños, en teoría para concederles más tiempo; éste, el tiempo, cada vez es más reducido, quizás también influidos por
nosotros mismos.
Comen como los pavos, se duchan a
la velocidad de la luz, a todos lados van corriendo, siempre excitados por el
estrés, los dedos pegados al móvil; teniendo sólo clases por la mañana; tienen
una ventana abierta al mundo, a la hora de realizar los trabajos o estudios
diarios, que en teoría, les debe ahorrar mucho tiempo. Pero actualmente, por
desgracia, hay falta de tiempo para todo, ¿dónde se ha metido el dichoso
tiempo?
En fin, para no haceros perder
mucho tiempo; decía Séneca, en su texto, de la brevedad de la vida: “No es que
tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho.”
Vamos a tener que aprender a
cambiar el paso (del tiempo), y así aprender a vivir nuevos tiempos.
Buenas noches, y aprovechad el
tiempo para soñar.
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