Hace tan solo unos pocos dĂas que has hecho el amago de irte, y ya siento ansiedad por recuperarte; te echo tanto de menos que me hiere la ansiedad por recuperar tus besos, por recibir tus caricias, por tener toda la noche tu compañĂa.
Tengo ansiedad de que te escapes entre mis brazos musitando halos de frescor, tengo ansiedad de que te asomes por la ventana, de nuevo, en las noches cĂĄlidas.
Ansiedad de tenerte, de jugar contigo, ansiedad de despreciar el llanto de las gotas de mi sudor; ansiedad de volar en refrescantes sueños y de poder esconderme de tĂ, perdido entre mis sĂĄbanas; ansiedad de luna blanca que me refrigere con rocĂo frĂo al alba.
Tengo ansiedad de tĂ, huiste tan de golpe, casi sin despedirte, que siento una ansiedad horrible porque vuelvas; eres un mal nacido.
Tengo ansiedad de tĂ, huiste tan de golpe, casi sin despedirte, que siento una ansiedad horrible porque vuelvas; eres un mal nacido.
Me das el caramelo Halls en los albores de la madrugada, pero a media noche, a escondidas, te marchas, te evades, y despierto con mis poros llorando por tu ausencia. QuizĂĄ podrĂa intentar no echarte tanto de menos enchufando una imitaciĂłn tuya que tengo colgada en la pared del dormitorio, o llamar desconsoladamente al Eolo ataviado de aspas que dormita en la silla de la habitaciĂłn, pero la naturaleza de tus frescos besos no tiene competencia.
¡Vuelve por favor, te ansĂo tanto!
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