El padre de mi amigo Juan Antonio Ruiz "Espartaco", desde que Ă©ste era muy pequeño, siempre lo presionaba para que entrenara, para que toreara mucho de salĂłn, para que se cuidara lo mĂĄs posible, no lo dejaba probar bebidas alcohĂłlicas, y le tenĂa muy controladas las comidas que hacĂa; recuerdo que un dĂa fuimos al campo de barbacoa y me dijo expresamente: Juan que no coma nada de grasa y por supuesto no beba nada de alcohol.
Juan, no siempre fue un triunfador, estuvo mĂĄs de cinco año toreando por todas las plazas de España y AmĂ©rica cobrando solo y prĂĄcticamente para pagar gastos; y triunfaba todas las tardes, pero como se dice en el argot taurino: "No se ponĂa en dinero".
Hasta mĂĄs incluso, despuĂ©s de la muerte de Francisco Rivera "Paquirri" (buen amigo y "valedor" de Juan Antonio) en Septiembre de 1984, Juan tomĂł la decisiĂłn de que si no tiraba para arriba en la temporada de 1985, no tendrĂa mĂĄs remedio que pasarse a subalterno para subsistir dignamente en el mundo de la tauromaquia. Y seguĂa entrenando diariamente, y toreando horas de salĂłn, y esforzĂĄndose, y privĂĄndose de muchas cosas, incluso se privo de su niñez, de su adolescencia y de su juventud.
Y arribĂł el 25 de Abril de 1985, que traĂa de la mano al toro Facultades, y se hizo grande, y famoso, y rico; tuvo la suerte que le saliera ese toro; pero ojo, tambiĂ©n estaba perfectamente preparado para poder triunfar con Ă©l; otros no hubieran sido capaces de hacerlo.
La suerte es como un tren que pasa, una o varias veces, camino de esa estaciĂłn llamada "Ăxito", pero si cuando el tren hace su corta parada en tu terminal y estĂĄs tomando cafĂ©, o leyendo el periĂłdico, o en el aseo , y no estĂĄs en el andĂ©n con tu maleta en la mano para subir a Ă©l en cuanto se detenga, lo mĂĄs probable es que lo pierdas.
Y cuando pierdas ese tren, o el otro, o el otro, no me vengas diciendo después que tienes muy mala suerte que no me lo voy a creer.
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