No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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18 julio 2018

LA MORTAJA VACÍA.

Cada vez tengo más claro que esta vida es pasajera, que hemos venido aquí para aprender a ser más perfectos cada día, y para serlo; también estoy convencido que no es beneficioso para tu alma, para tu corazón y para tu cuerpo aferrarte a nada ni a nadie, porque nada, ni nadie, ni tan siquiera tú mismo eres eterno.
Cuando te vayas no te podrás llevar nada, dejarás aquí a tus seres queridos, tus propiedades, tus dineros, tu poder, tu trabajo, y tampoco te podrás llevar ni tan siquiera tu cuerpo. Todo lo que puedas tocar, amar, disfrutar, odiar, temer, todo es prestado; te prestan desde tus padres y abuelos hasta tus hijos y nietos, te prestan toda clase de cosas materiales, y te prestan hasta tu propia vida.
Por ello no es conveniente aferrarse a nada ni a nadie, si alguien no quiere o no le apetece estar contigo, pues adiós muy buenas; el dinero se puede perder, la casa, el coche, todo es susceptible de perderse, hasta incluso la salud, más tarde o más temprano.
El o la que no se aferra a nada, lo tiene todo para disfrutar hasta que desaparezca.
¿Quién le iba a decir a mi "compadre" Juanjo, que se iría con cincuenta y pocos, y que dejaría aquí todo por lo que luchó y todo lo que amó durante su vida? Y como él, tantos y tantas que lo han hecho, así también como el vacío que dejaron en los que se aferraron a ellos o a ellas.
Es tan difícil asumir esta aseveración, para mí es dificilísimo, pero es la vida misma.
EL Papa Francisco tiene dos frases muy traídas y llevadas, una de ellas: NADIE HA VISTO UN CAMIÓN DE MUDANZAS EN UN ENTIERRO, y NINGUNA MORTAJA TIENE BOLSILLOS.
¿O sí?

2 comentarios:

  1. Tan sencillo y a la vez difícil de aplicar a nuestras vidas, como reza el dicho ''los árboles no nos dejan ver el bosque''.
    Amar, disfrutar, sentir, compartir, apreciar lo que tenemos y, sobre todo, ser buen administrador de los bienes humanos y materiales que la vida nos presta en usufructo.
    Como me gusta decir, VIVIENDO Y DEJANDO VIVIR.

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