Para Sole, que se nos fue en un suspiro; para Carmela, que se quedó después de una lucha sin cuartel; para Remedios que se zafó de él en silencio; para Inma, que está eligiendo pañuelo para su cabeza; para Rocío que se rasca el nacimiento de su nuevo pelo; para María, que se ha enterado hoy del monstruo que le acecha; para Patro, que también nos dejó en poco tiempo; para mi tía, que lo superó con casi ochenta años; para Luisa, que ahora mismo está sentada en una butaca recibiendo por vena ese veneno que la puede salvar; para Aurora, que empieza a temblar cada vez que va de revisión después del tratamiento. Para Carmen, Nuria, Bartol, y demás ATS; para Isa, Ana Marí, Pepi, Reyes, Carmen, Paco y demás auxiliares de enfermería; para los y las de cabecera, que están o han estado cerca de ellas; para los y las oncólogas que tanto tiempo están en esa cinta floja, que hacen equilibrios sobre una cuerda rosa entre la vida y la muerte con amor; para todos y para todas, mi lazo rosa en forma de corazón.
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