El otro dĂa me enviaron un vĂdeo que reproduzco aquĂ abajo, un viaje alucinante, partiendo de una chica tumbada en el cĂ©sped, llega a 10 billones de años luz, a los lĂmites del universo conocido o supuesto; y sucesivamente desciende hasta el ĂĄtomo mĂĄs Ănfimo de un cuerpo a un femtometer, la medida mĂĄs pequeña del universo.
Eso me hizo pensar, que todos los que creemos en la vida fuera de este nuestro planeta, ufĂłlogos, cientĂficos, astronautas, astrĂłnomos y gente de la calle, la frase que mĂĄs utilizamos para hablar de estas cosas es: No estamos solos.
Y en realidad pienso que es asĂ, que no estamos solos, porque en esa inmensidad del universo, a kilĂłmetros, a años luz de la tierra, ubicando a la tierra como centro de una circunferencia, lo mĂĄs lĂłgico es que haya vida inteligente en otros planetas; en el libro: “El testamento de San Juan” de J.J.BenĂtez, Ă©ste especifica, creo recordar, que Dios envĂa a siete arcĂĄngeles a los siete mundos habitados, otra posibilidad.
Pero aunque todo apunte a que no estamos solos, aunque en el mundo vivamos actualmente 7.651.783.302 personas, y creciendo por segundos, muchos, demasiados, dirĂan que estĂĄn o se sienten solos; tan solos estĂĄn, o estamos algunas veces, que hasta nos hablamos a nosotros mismos.
Hablaba con mi hijo, recordando las visitas que hacemos al asilo de mi pueblo el dĂa de noche vieja, (que sensaciĂłn de soledad); vamos a la hora de la cena, y en los postres mi hijo, acompañado por mĂ a la guitarra, les dedica unas sevillanas, unas colombianas o unos fandanguillos; y os aseguro que a todos y a todas, por muy mal que estĂ©n, se les cambia la cara por un rato.
Confieso que es una de las acciones mås satisfactorias que he realizado y realizo cada año.
Os conmino a no dejar solo a nadie, ni padres a hijos, ni hijos a padres, ni nietos a abuelos, ni vecinos a vecinos; si dejamos a gente en soledad despuĂ©s no andemos buscando compañĂa.
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