No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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25 octubre 2018

GILIPOLLAS.

Cuentan que a finales del siglo XVI y principios del XVII cuando reinaba en España Felipe III, todavía no de Borbón, vivió en Madrid Don Baltasar Gil Imón, fiscal del consejo de Hacienda, y cuyo nombre lleva actualmente una calle de la capital de España.
Este hombre tenĂ­a dos hijas, Fabiana y Feliciana, poco inteligentes y tampoco de mucha belleza, pero Don Baltasar querĂ­a que fueran casaderas, como todos los padres de aquella Ă©poca.
Acudía siempre a fiestas y eventos acompañado de sus hijas, para ver si las podía colocar, pero realmente tenía muy mala suerte, o mås bien, no gustaban demasiado, por lo que la labor era bastante complicada.
A los zagales casaderos en aquella Ă©poca se les denominaba "pollos" y por feminidad, a las chicas en edad de casarse se las llamaba "pollas".
AsĂ­ que cuando Don Baltasar entraba en algĂșn recinto acompañado de Fabiana y Feliciana los asistentes comentaban con sorna:
-¡AhĂ­ estĂĄ de nuevo Don Gil y sus pollas.!
La coletilla ¡Don Gil y sus pollas! se fue repitiendo progresivamente hasta llegar al Gil y pollas de hoy en dĂ­a, referido a gente no muy lista, en memoria de las hijas de don Baltasar que eran tan poco agraciadas estĂ©tica e intelectualmente.
Me atrevo a asegurar que Don Baltasar Gil ImĂłn fue un adicto a procrear, y que tuvo mĂĄs descendencia que el mismĂ­simo Ramses II, del que hablaremos otro dĂ­a, a tenor de la cantidad de gilipollas y "gilipollos" que pululan sin control por todos los estratos de la vida social de nuestro paĂ­s, y del mundo entero.
Y como esos gilipollas y "gilipollos" sigan procreando al igual que su predecesor, no se a donde nos vamos a esconder.
¡OfĂș!

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