No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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26 octubre 2018

PEQUEÑAS VIDAS.

Tomando una cerveza la otra tarde y charlando un buen rato con Charo y dos amigas de la infancia, Pilar y Mari Carmen, donde pasamos un magnífico rato, se me ha venido a la mente esta pregunta:
¿A qué llamamos vivir?
Si cada uno de nosotros nos hiciéramos esta pregunta, seguro que cada uno, o cada una tendría su propia respuesta; a todos no les gusta viajar mucho, a todas no le gusta la playa, a otros no les apetece salir de copas, a otras les encanta estar con la familia; unos se desviven por trabajar y otras por las labores de casa (que es un grandísimo trabajo).
La vida, está llena de pequeñas vidas que la forman; hay una pequeña vida en la ducha de la mañana, en el café con la tostada vespertinos, en el desayuno a media mañana, en la jornada laboral; como también hay una pequeña vida en una pequeña charla con un amigo, o en un beso a tu pareja, en cantar un poco o hacer música; y así mismo, cuando acercas a tu hijo a la guardería o al cole.
Muchas pequeñas vidas tratan de la comida en común, de un rato de siesta, de una buena película, de un buen libro, o también  de un divertido programa de humor; otras narran un café de media tarde, o un rato de gimnasio, un paseo o una cena con velas, o contemplando las estrellas.
Otras pequeñas vidas se pasan montadas en un avión viajando, o remontando un río; subiendo a una cima nevada, o tirándote en paracaídas; haciendo una buena ruta o cogiendo setas; nadando en la playa o buceando en una cala; haciendo algo por los demás con actividades solidarias; en un partido de padel o viendo un partido de fútbol; y por  supuesto durmiendo en una buena cama o disfrutando un poco, o un mucho, del sexo.
Estas pequeñas vidas, como las he bautizado, son esos pocos o muchos momentos que no debemos dejar pasar nunca, como el de esa tarde, porque si se escapan, se están volatilizando muchas de nuestras pequeñas vidas; y como en los juegos de la Play Station, cuando se acaben las pequeñas vidas...
¡Game over!
El que nunca vive el momento, no vive nunca.
Otra cosa muy diferente es darse la gran vida, eso será para otro día.





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