¿Cuántas veces hemos hecho esa aseveración?
Después de cada tropezón en el colegio, tras contestar erróneamente a algunas preguntas de un examen, luego de fracasar al preguntarle a la chica que te gustaba, de la que creías que estabas enamorado que si quería salir contigo, siempre queda esa aseveración en tu mente: Si yo hubiera...
En las decisiones del trabajo, en las discusiones con la pareja, en la forma de educar a los hijos, en tirar por un camino, en andar por el otro: Si yo hubiera...
Cuando has determinado los estudios que vas a realizar, cuando decides no acudir a una fiesta a la que te han invitado, cuando tiras tu vida por la ventana, si tiras por la calle de en medio, o dejas de tirar en otro de los casos: Si yo hubiera...
Esta moneda del "Si yo hubiera..." tiene otra cara, más alegre, más simpáticas, o más reconfortante.
El otro día en televisión un hombre contaba su particular "Si yo hubiera..."
Decía:
- Si yo hubiera nacido un par de horas más tarde de lo que nací, mi padre estaría ahora seguramente muerto; y me explico:
- El veintidós de julio de 1975, día en el que nací, mi padre se estaba preparando para ir a cortar y recoger leña al cortijo de los Galindos en el pueblo de Paradas (Sevilla), pero al ponerse mi madre de parto, mi padre decidió ir con mi madre al hospital en vez de ir a trabajar; esa misma mañana, todos los trabajadores que había ese día en el cortijo, aparecieron asesinados, si yo hubiera nacido dos horas más tarde quizás hubiera sido demasiado tarde para mi padre.
No vale de nada intentar pensar o desarrollar elucubraciones de qué hubiera sido, o de qué no hubiera podido ser; lo que pasó, pasó, y probablemente todo ocurra por un motivo, nunca por lo que hubiera o no hubiera podido hacer yo.
C´est la vie.
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