La otra noche estábamos cenando con unos amigos después de terminar nuestra trayectoria en el Belén Viviente de este año; estábamos entretenidos, comentando cosas alegres, cosas del Belén; mi amiga había tenido el móvil en silencio, y cuando lo abrió, tenía muy malas noticias en el, malísimas noticias en esa pequeña pantalla de cinco pulgadas.
Una amiga de su hija había decidido marcharse para siempre, y eso cambió la noche y los días para nuestros amigos.
Conozco a muchas personas a los que sus hijos/as se les han marchado para siempre, unos/as por enfermedad y otro/as por decisión propia; y eso, me vais a perdonar, creo que es lo más doloroso del mundo.
Puedes llevarte con tus hijos como el perro y el gato, podremos discutir mañana, tarde y noche; pero la falta, su falta, ha de ser insoportable; incluso conocí al padre de un buen amigo que se le marcharon sus dos hijos.
Cuando el que se marcha es un antecesor nuestro, normalmente se desmonta la habitación pretendiendo dar un cambio a lo que comúnmente veíamos, para así afrontar mejor el duelo; cuando se marcha un hijo, tengo noticias de que muchos/as mantienen la habitación intacta, pero con su cama vacía.
Cuando mi prima sufrió en sus carnes esta desgracia por la enfermedad de su pequeña, el psicólogo le aconsejó que tuviera un hijo, ahora tiene dos varones, nunca olvidó a su hija, pero eso le ayudó a seguir adelante.
Si será dolorosa la cama de un hijo vacía, que, aunque solo sea porque se va a vivir a otra ciudad, cuando pasas por la puerta de su habitación, y la ves vacía, tu alma se llena de nostalgia.
Para todos/as los que por desgracia tenéis alguna cama de un hijo o una hija vacía y sin regreso posible, os doy un abrazo de comprensión y de valentía para seguir adelante, sobre todo por los otros u otras hijos/as que quedan, tienen derecho a tener unos padres lo más "normales" posible, aunque os resulte muy difícil.
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