No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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27 diciembre 2019

LA BALANZA DEL CORAZÓN.

¡Ay si pudiéramos tener una pequeña balanza en nuestro corazón!
¡Ay si supiéramos utilizarla, aunque fuera imaginaria!
¡Cuánto sufrimiento nos ahorraríamos!
Podríamos poner en el platillo de esa balanza el trato con nuestros padres, el vínculo con uno u otro amigo/a, el amor con nuestra pareja, la correspondencia con nuestros compañeros de trabajo, la correlación con nuestros hijos; sopesar todo antes de empezar, durante el desarrollo de la vida en común, y por supuesto antes de dar por cerrada una relación. 
Y una vez pesado detalladamente todo, tomar la determinación pertinente.
Pero no, el corazón es apasionado, a veces airado, alocado, otras osado, y no tiene casi nunca que ver con el equilibrio; si bien las decisiones las toma el cerebro, el corazón es el que determina la pasión, y contra eso...
Todo lo que nos hacen queda marcado en nuestro corazón, heridas pequeñas, más grandes y enormes; y algunas, las pocas, infartantes.
Somos, inconscientemente, dueños del futuro de quien nos rodea en cualquiera de los estratos en los que te muevas: familia, padres, madres, hijos/as, pareja, amigos, compañeros, vecinos, etc. Y como tales deberíamos ser un poco más conscientes de ello.
Si yo tuviera esa balanza...
En un platillo de esa balanza colocaría mis odios, mis sufrimientos; y en el otro mis amores, mis goces...
Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices del corazón nos enseñan, las caricias también.
Anoche se desbordó la balanza de lo bueno, no hay nada más gratificante que ver a un vástago superar etapas en la vida y hacerlo bien.
Enhorabuena a Jesús y a su comparsa El Arenero.

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