El otro dĂa recordaba ese lĂĄpiz que tenĂamos de pequeños al que se le humedecĂa la punta con la saliva y escribĂa en morado, cuando seco escribĂa en negro (o gris oscuro, vale), se le llamaba el lĂĄpiz tinta.
Al grafito se empezĂł a añadirle arcilla para endurecer las puntas, y eso dio lugar a la graduaciĂłn de la dureza de los lĂĄpices; asĂ mismo, sobre los años 50 a esa arcilla se le añadĂa un tinte, y era lo que conseguĂa que el lĂĄpiz al mojarlo escribiera como una pluma, evitando asĂ los engorrosos tinteros en los pupitres.
Al grafito se empezĂł a añadirle arcilla para endurecer las puntas, y eso dio lugar a la graduaciĂłn de la dureza de los lĂĄpices; asĂ mismo, sobre los años 50 a esa arcilla se le añadĂa un tinte, y era lo que conseguĂa que el lĂĄpiz al mojarlo escribiera como una pluma, evitando asĂ los engorrosos tinteros en los pupitres.
Posteriormente llegĂł el lĂĄpiz con la goma de borrar incorporada...
El treinta de marzo de 1850 Hymen Lipman recibiĂł la primera patente por pegar un borrador al extremo de un lĂĄpiz; en 1862 Lipman vendiĂł su patente a Joseph Reckendorfer por 100.000 dĂłlares, que a su vez se destinaron a demandar al fabricante Faber por infracciĂłn.
En 1875, el tribunal supremo de los Estados Unidos dictaminĂł contra Reckendorfer declarando la patente como invĂĄlida.
En el amor, en las relaciones de pareja, en la amistad, tambiĂ©n se utiliza, o se deberĂa utilizar el lĂĄpiz con goma de borrar incorporada; como se determina por su fisionomĂa tiene dos funciones, escribir y borrar, borrar y escribir, que al fin y a la postre es lo que todos necesitamos, algunas veces que nos escriban y otras, que nos borren lo mal escrito; lĂĄpices y gomas, gomas y lĂĄpices...
"Mås si no puedes ser el låpiz perfecto para escribir la felicidad de alguien, sé la goma de borrar que elimine sus tristezas.
"Mås si no puedes ser el låpiz perfecto para escribir la felicidad de alguien, sé la goma de borrar que elimine sus tristezas.
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