A veces me he preguntado por quĂ© no podrĂamos tener dos almas con la capacidad de bloquear el acceso de nuestra mente a ellas.
SerĂa, quizĂĄs, buena idea poseer dos almas, una para almacenar las desilusiones, las tristezas, los dolores, las incomprensiones, las putadas, y toda clase de estropicios; y otra, las mĂĄs placentera, en la que se atesoren las cosas buenas, los ratos bonitos, los buenos recuerdos, los beneficios que te hacen.
Ambas deberĂan de tener un control de acceso directo para no tener que rememorar nunca las cosas que estĂĄn sumidas en el alma "de lo malo", y sĂ en cambio, entrar en el alma "de lo bueno" cada vez que sea necesario.
Pero hasta para eso, y cĂłmo no en todo, el sumo hacedor fue impresionante, inconmensurable, impredecible y sabio.
Solo nos hizo un alma; una sola, ahorråndose la otra para asà poderle dar mås capacidad; ahora bien, ese alma, tiene la virtud de borrar las malas cosas con las buenas, los malos rollos con los buenos, las putadas con las buenas obras, y cuando buscas en ella, lo primero que aflora es lo que te hace feliz; y para encontrar lo poco malo que quede sin olvidar, debes de escudriñar demasiado a fondo, y a veces no merece la pena.
Otra cosa es que tu alma se una a otra, entonces hablarĂa en otros tĂ©rminos, porque siempre se ha dicho que."La uniĂłn hace la fuerza".
La fuerza es el amor, y el amor une para siempre.
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