Las canas son producto de la canicie, que es cuando progresivamente perdemos la pigmentación del cabello que se vuelve gris o blanco. Esta decoloración del cabello se debe en concreto a una disminución de la melanina, la que determina el color del pelo.
Peinar canas empieza a determinar que la persona está madurando físicamente, y además psíquicamente y mentalmente, pero las canas no pesan.
También puede producir canas un elevado estrés, una cantidad importante de preocupaciones, o un "come-cocos" continuado.
Siempre me han resultado muy esclarecedoras las imágenes de los presidentes del gobierno y presidentes de naciones; se encaraman en el poder con sus pelos, sin canas, son jóvenes, impolutos, y conforme pasan los meses, pareciera que brochazos de cal se desplazan a menudo por su sesera, pero las canas siguen sin pesar.
Alguien me comentó algún día, que las canas ya las tenían y que se las dejaban ver para parecer más serios, más formales, más preocupados, más entregados.
Pero lo cierto y verdad es que las canas se apoderan de nuestro cabello, del de todos, si bien algunos y sobre todo muchas, las escondan para estar y sentirse aún jóvenes.
En un derroche de humildad los grandes maestros de kung-fú, cuando alcanzan el máximo "DAN" de sus cinturones y ya no hay ninguno más al que acceder, se colocan el cinturón blanco; pues lo mismo pasa con nosotros, vamos adquiriendo: experiencia, dolores, penas, sacrificios, desilusiones, enfermedades, preocupaciones hasta que nos colocamos el pelo blanco, que nos cataloga como experimentados en la vida; pues algunos, ni eso, ¡Oiga usted! ¡Ni con canas aprenden, aunque las canas nunca pesan tanto como dicen!.
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