Nada mĂĄs abrir los ojos no lo notas, no eres consciente de ello, pero en el momento que adquieres un poco de consciencia, cuando te vas dando cuenta de las cosas, te despiertas en una escalera de tijera, cĂłmo no, en el escalĂłn de abajo.
Si miras por encima de ti, en otros escalones, cerca de.. (como dirĂa mi añorado compadre Juanjo) la parte por donde dobla, cerquita de arriba, encuentras a tu padre, las suelas de los zapatos estĂĄn un poco gastadas de tanto subir escalones; y desde el momento que ves esa cima, estĂĄs deseando llegar a ella. Cumplir los 18 años sacar el carnet de conducir, votar, etc., etc.
Poco a poco vas subiendo peldaños que continuamente te van enseñando; tu padre desde la parte por donde va, te advierte desde arriba:
-Niño, ten cuidado con el escalĂłn 25 que resbala, el 35 estĂĄ roto y te puedes hacer daño, y 40 es muy difĂcil de subir.
Pero tĂș, con tu prepotencia juvenil, le dices que no pasa nada, que no tenga tanto miedo, que Ă©l estĂĄ fuerte y es joven y no pasarĂĄ nada, hasta que ¡zas! pasa.
Sigues hacia arriba, con tropezones mĂĄs o menos grandes, mĂĄs o menos dolorosos, y hay algunos que tienen hasta la desgracia de caerse de la escalera para siempre.
Llega un momento en el que ves la meseta de arriba cerca de tus manos, después de subir casi 40 escalones estås a punto de llegar a la cima, tu padre ya no estå, ha desaparecido por la otra parte de atrås de la escalera y baja progresivamente hasta perderlo de vista.
Entre escalones, conforme subes, lo ves bajar, ya no es el Ădolo que admirabas: alto, fuerte, jovial; se estĂĄ deteriorando poco a poco, mientras mĂĄs subes tĂș mĂĄs deteriorado se le ve a el.
Algunos llegaron arriba y miraron buscando a su padre, pero Ă©ste habĂa caĂdo ya al vacĂo, otros lo veĂan bajar con dificultad los Ășltimos escalones de su vida, que seguĂa sin estar exenta de sufrimiento.
Al llegar arriba, miras hacia abajo, y observas a tu hijo que sube la escalera desaforadamente, con ansias de llegar, y tĂș, ya has llegado y empiezas a bajar.
Y miras entre escalones, cuando bajas cuidadosamente para evitar una caĂda, y lo ves joven, fuerte, y comprendes que es tu reflejo de cuando tenĂas su misma edad, con las mismas virtudes y los mismos defectos.
SubirĂĄs mirando hacia arriba a tu padre, en un momento te lo encontrarĂĄs cara a cara, siempre tĂș subiendo y Ă©l bajando, y al final, se perderĂĄ en las profundidades cuando termine de bajar su parte de la escalera de tijera, si no tiene la mala suerte de caerse antes.
"Todos tenemos que subir y bajar los mismos peldaños, todos tropezaremos en alguno (subiendo y bajando), pero la Ășnica verdad es que el que sube debe fijarse bien en el que baja, porque serĂĄ su destino; y el que baja observar detenidamente al que sube, porque tiene la misma pinta que Ă©l cuando subĂa".
No hay mĂĄs, empezamos a subir, subir, subir, y llega un momento que la vida se torna en descenso, y entonces comenzamos a bajar y ya no paramos, eso si no te caes antes.
Foto extraĂda de la pĂĄgina: xtrememarkt.com |
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