Este fin de semana se van definitivamente las Navidades; en estos días solo quedará desmontar lo montado, retirar las luces, guardar el árbol y el Belén, y empezar a descambiar los regalos mal comprados.
Este año, la Navidad ha sido una tómbola, cada vez que salíamos a tomar algo con amigos, en cada momento que nos reuníamos en casa con mamá y con la familia, a cada rato que salíamos a pasear por las calles, siempre estábamos comprando boletos para el gran sorteo del Covid19, aunque estemos en 2021.
Hemos estado adquiriendo demasiados boletos, incluso muchos han estado comprando muchas más papeletas de las máximas autorizadas a comprar.
Han sido unos días de falsa libertad monetaria, se ha liberado todo para que no se hundiera definitivamente la economía a costa de comprar demasiadas papeletas.
Y hablando de tómbola y papeletas, recuerdo cuando a todos los que íbamos a la Farmacia de Rossi a jugar, a cantar, a aprender o a lo que viniera bien, nos ponían a liar papeletas cerrándolas con un trocito de pajita de beber para que no se desliaran.
Era una tómbola que había en la calle Real de mi ciudad, en el salón Parroquial, hace más de cuarenta y cinco navidades, y que hubo una época en la que los altavoces parroquiales conectados a un cable desde la misma tómbola, proyectaban al cielo de Sanlúcar los compases musicales de The Beatles, gracias a mi gran amigo Enrique Sánchez y su osadía.
En esa, no se sorteaba infectarte con el Coronavirus de los cojones, y aunque fuera con un tocadiscos y altavoces cascados, aunque se pasara más frío que lavando rábanos, aunque nos dejáramos algunos duros en papeletas que al final solo nos daban chucherías, todo mereció la pena, la música se escuchaba desde la carretera, que es la que yo tenía que cruzar para bajar a la plaza.
Este año, la Navidad ha sido una tómbola, cada vez que salíamos a tomar algo con amigos, en cada momento que nos reuníamos en casa con mamá y con la familia, a cada rato que salíamos a pasear por las calles, siempre estábamos comprando boletos para el gran sorteo del Covid19, aunque estemos en 2021.
Hemos estado adquiriendo demasiados boletos, incluso muchos han estado comprando muchas más papeletas de las máximas autorizadas a comprar.
Han sido unos días de falsa libertad monetaria, se ha liberado todo para que no se hundiera definitivamente la economía a costa de comprar demasiadas papeletas.
Y hablando de tómbola y papeletas, recuerdo cuando a todos los que íbamos a la Farmacia de Rossi a jugar, a cantar, a aprender o a lo que viniera bien, nos ponían a liar papeletas cerrándolas con un trocito de pajita de beber para que no se desliaran.
Era una tómbola que había en la calle Real de mi ciudad, en el salón Parroquial, hace más de cuarenta y cinco navidades, y que hubo una época en la que los altavoces parroquiales conectados a un cable desde la misma tómbola, proyectaban al cielo de Sanlúcar los compases musicales de The Beatles, gracias a mi gran amigo Enrique Sánchez y su osadía.
En esa, no se sorteaba infectarte con el Coronavirus de los cojones, y aunque fuera con un tocadiscos y altavoces cascados, aunque se pasara más frío que lavando rábanos, aunque nos dejáramos algunos duros en papeletas que al final solo nos daban chucherías, todo mereció la pena, la música se escuchaba desde la carretera, que es la que yo tenía que cruzar para bajar a la plaza.
¡Y qué bien sonaba lo que discurría por ese cable que cruzaba la plaza hasta la fachada de la parroquia!
Recuerdos de unas Navidades que se fueron al igual que las de este año, de infausto recuerdo; y dado que hemos comprado tantas papeletas, pues nos ha tocado de nuevo jodernos.
Y vamos adelante.
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