EstĂĄbamos hablando el otro dĂa con unos amigos, hablando de las cosas, de las palabras de la sapiencia de los mayores, sin darnos cuenta que ya somos mayores; pero creo que a nosotros no nos van a hacer nunca el mismo caso que nosotros hacĂamos a nuestros predecesores.
Se ha ido perdiendo el sentido del respeto hacia el mayor, y sobre todo se ha ido evadiendo la buena costumbre de oĂr, y aprender de los mayores.
Hasta hace muy pocos años, a los padres se les hablaba de usted, tanto a "madre" como a "padre".
En todas las culturas anteriores a la nuestra, en cualquier tipo de gobierno o regencia que la dirigiera, existĂa un consejo de ancianos asesores del jefe de la tribu o del rey; hoy los ancianos, lamentablemente estĂĄn para otros menesteres menos importantes para ellos.
Actualmente estĂĄn muriendo ya demasiados en las residencias de ancianos del mundo.
DecĂa Lola, que su suegro, a la sazĂłn tambiĂ©n Fernando como su marido, siempre que la ve le dice una frase que se le ha quedado marcada; y yo, como buen notario de las cosas que veo, escucho y leo la trascribo:
¡QuiĂ©rete, cuĂdate y no te rompas!
Todo estĂĄ relacionado, y cuando escuchas esto por primera vez, se te vienen a la mente escenas de querer ser lo que no eres por agradar a quien estĂĄ contigo, representaciones de cĂłmo puedes llegar a olvidar tus pasiones por aparentar otras, teatros simulados de gustos y sabores para caer bien.
Se me ocurre, por ejemplo, que no hay que hacerse pedazos para mantener a los demĂĄs completos, no deberĂamos hacernos trozos para poder encajar donde no cabes.
Por eso Fernando, el padre de mi amigo Fernando, tiene toda la razĂłn del mundo...
Primero: QuiĂ©rete, segundo: cuĂdate mucho, y tercero y mĂĄs importante: procura no romperte.
Foto extraĂda de la pĂĄgina: amazon.es |
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