NO TENDREMOS ESA SUERTE...

El día 9 de junio hizo 21 años que despedí a mi padre de este mundo.

Todavía lo tengo muy presente en mi vida, y me acuerdo muchísimo de el, así como de mis abuelos y abuelas de unos más que de otros depende del tiempo convivido.

Será porque la gente de mi edad estaba educada con la conciencia de la vida eterna, de la vida detrás de la muerte, o incluso de la resurrección, lo cierto y verdad es que mantenemos presente en nuestra memoria y en nuestro recuerdo a nuestros predecesores.

Quizás también pudiera ser por el culto que siempre se le ha tenido a los difuntos, manteniendo siempre un lugar donde reposen los restos de los que queremos, y dedicando un mes entero a su recuerdo.

Pero todo esto va cambiando, y cambiando mucho y muy rápidamente.

Cada vez hay menos credo de la vida eterna, hay muchos jóvenes, y también mayores, que tienen muy claro que la única vida que van a vivir es esta; con el convencimiento de que una vez que te mueras, te pudrirás y desaparecerás. Y de resucitar al final de los tiempos, ni por asomo.

La familia tampoco quiere lápidas que limpiar, floreros que cambiar, o misas que celebrar por el eterno descanso de sus familiares difuntos.

Y eso, al final, lo que va a conllevar es que, por muy bueno que hayas sido, por mucho que te hayas volcado con los tuyos, por mucho que hayas dedicado a ellos tu vida, seguro que no te van a recordar largamente; y aunque no tenga nada que ver con el tema el refrán que dice: Quien evita la ocasión evita el peligro, le viene al pelo. Quien evita las creencias, el recuerdo paulatino, y la fe en un mañana, quien no ha valorado en su vida lo que sus predecesores han hecho por él, quien no lleva siempre presente el orgullo de ser hijo o hija de..., al final, su recuerdo, se va extinguiendo poco a poco.

Hace 21 años y todavía me acuerdo vivamente de mi padre, otros no tendremos tanta suerte, por mucho que cambien las cosas. ¿O sí?