En referencia a las dificultades que se encuentran hoy en día los que tienen que tratar con clientes, bien sea telefónicamente o presencialmente, he de decir que esas dificultades son desde tiempos inmemoriales, y me explico.
En igualdad de condiciones de un mismo producto y con las mismas necesidades, y también con el mismo vendedor, hay siempre un cliente fácil y un cliente difícil; lo mismo que hay pacientes médicos fáciles y pacientes difíciles, o también hay unos usuarios fáciles y otros difíciles que acceden a los organismos oficiales.
Un magnífico director que tuve durante un tiempo, me convenció, porque me lo demostró, que no hay cliente fácil o difícil, hay vendedor malo o bueno, y me explico.
Antes de llegar él a la oficina había intentado vender un seguro de hogar a un cliente que era muy reacio, muy protestón y que no quería saber nada de seguros. Cuando llegó este director a la oficina, entramos en campaña de seguros, nos hizo prepararnos concienzudamente las condiciones de cada seguro que iríamos a vender. Cuando terminamos y antes de lanzarnos a la venta me dijo:
-¿A qué cliente te ha resultado imposible venderle un seguro en los últimos años?
Yo le contesté: A fulano.
Fulano, en teoría, era un cliente difícil.
Pues si le vendes a fulano le venderás a cualquiera.
Y así fue, conseguí venderle a fulano, por convencimiento, tras mis explicaciones. Y la campaña no fue nada mal.
Hay vendedor mal informado, por ende cliente mal informado; y si no informas bien al cliente, este cree que lo que quieres es colocarle un producto que no le sirve para nada, y se convierte en cliente difícil. Y lo peor de todo es que si te refugias solo en los clientes fáciles, estos acabar aburriéndose al ser siempre ellos los que tienen que comprar tal o cual cosa.
¡Mucho ojo! En todos los aspectos de la vida ocurre tres cuartos de lo mismo.
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